bandas: postal 22 (no la vi) / los lunes (crema holandesa) / nyanderthal (chocolate bielorruso)
lugar: amarcord
fecha: 17 /I/14
vieron cuando uno va a la heladería porque hace mucho que no come un helado. y está ahí en la puerta (de la ùnica heladerìa abierta en el cruel verano montevideano), frente a la marquesina viendo los colores y los precios, y luego entra y se pone frente al vidrio que protege los potes con el helado que nunca se puede apoyar pero que siempre te apoyas. y cuando nada te convence. lo que te hizo llegar hasta ahì es el miedo a olvidar còmo es el helado, su textura, còmo interactùa con la lengua, y te acordas de las perversiones al untar en pija concha y culo, en aquellos dìas aburridos de verano adolescente.
empezàs a hacerte la cabeza y terminàs ahì delante de una señora con cara de infeliz y que aparte es infeliz . te das cuenta que tendrìas que estar tomando ese whisky que hay en tu casa o en la casa de aquel amigo. pero de todas formas te quedas ahì, frente a todos los colores y los cartelitos con los nombres que no dicen nada pero vos lo que no queres es olvidarte de lo que era comer helado, los nombres son de juguete. los nombres que hacen cabeza como todo en ese lugar. no querès mirar hacia el bebedero porque sabès la arcada que te produce desde chico cuando viste a la gorda con el hilo de baba cayendo justo encima del grifo donde vos vas a poner en breve la boca porque tu madre te prohíbe salir con la jeta sucia de sambayòn. aparte de los restos de cucurucho que no pasan por el desague. entonces estas ahì inmerso en esa hostilidad que se sirve en cuchara para bocha. dos bochas pensàs, la primera ya pasò, y te quedan dos, y rodeado de paredes de color marino. porquè no sabemos, sabemos que segùn algùn analista de mercado de la old school, el color marino genera una secreción que invita a clavarte algo muy frìo y sabroso.
empezàs a hacerte la cabeza y terminàs ahì delante de una señora con cara de infeliz y que aparte es infeliz . te das cuenta que tendrìas que estar tomando ese whisky que hay en tu casa o en la casa de aquel amigo. pero de todas formas te quedas ahì, frente a todos los colores y los cartelitos con los nombres que no dicen nada pero vos lo que no queres es olvidarte de lo que era comer helado, los nombres son de juguete. los nombres que hacen cabeza como todo en ese lugar. no querès mirar hacia el bebedero porque sabès la arcada que te produce desde chico cuando viste a la gorda con el hilo de baba cayendo justo encima del grifo donde vos vas a poner en breve la boca porque tu madre te prohíbe salir con la jeta sucia de sambayòn. aparte de los restos de cucurucho que no pasan por el desague. entonces estas ahì inmerso en esa hostilidad que se sirve en cuchara para bocha. dos bochas pensàs, la primera ya pasò, y te quedan dos, y rodeado de paredes de color marino. porquè no sabemos, sabemos que segùn algùn analista de mercado de la old school, el color marino genera una secreción que invita a clavarte algo muy frìo y sabroso.
estàs ahì parado frente a la vidriera y no te convence lo que ves. sabès que vas a terminar pidiendo el de dos sabores porque pedir el de uno es muy rata para el costo mental que te implico llegar hasta ahì, y permanecer ahì el tiempo que sea necesario. no vas a pedir el de tres, el de tres es demasiado.
al rededor el paisaje no es alentador. parejas que pretenden dar vida a algo que ya no lo tiene, y el estar en ese lugar, firman cierta sentencia que implica irse de vacaciones a piriapolis a hacer exactamente lo mismo pero gastando màs dinero. quizàs con hijos, quizàs con perros. esas parejas que aùn no llegan a los treinta o apenas los sobrepasan son los casos màs tristes de presenciar. sobre todo si es un sàbado a la noche. porquè mas triste? porque salen por el mandato del sabado. al llegar a la casa cada uno va a vomitar su helado por separado, van a poner el televisor en la cama y se van a dormir sin cojer, tampoco al despertarse porque hay que armar mate e ir a tristan. tambièn hay hombres solos, que por ese solo hecho inspiran màs dignidad, eso, siempre y cuando no se queden ahì sentados. en definitiva la gente està muy alejada de todo lo que te puede estar pasando a vos, que te preguntas porquè mierda estas ahì. ah si. para no olvidar lo que era tomar helado.
pero no nos desvìemos del tema. el paisaje, la oferta, la actividad, las perejitas, uno mismo, no convence. no convence.
no convence.
al final te pedìs los de siempre o innovas en alguno. la cosa no cambia en general. esa sensación no cambia. pèrdida el tiempo, es la frase que no se borra. en este caso fue crema holandesa y chocolate bielorruso lo que pediste.
y aparece una sorpresa.
el chocolate bielorruso te terminò salvando la noche, de alguna manera. te habìan hablado de èl, pero no lo habìas probado ni te daban muchas ganas tampoco, pero ese helado te hizo màs tolerable la agonìa, y hasta te dieron ganas de volver a probarlo, claro està, no en esa heladerìa. pero al final sacas algo en limpio, en medio de aquella nebulosa cigalera.
y aparece una sorpresa.
el chocolate bielorruso te terminò salvando la noche, de alguna manera. te habìan hablado de èl, pero no lo habìas probado ni te daban muchas ganas tampoco, pero ese helado te hizo màs tolerable la agonìa, y hasta te dieron ganas de volver a probarlo, claro està, no en esa heladerìa. pero al final sacas algo en limpio, en medio de aquella nebulosa cigalera.
ahora traspolen la heladerìa a amarcord, los helados al punkrock ramonero, los sabores a las bandas, y las parejitas tristes a los seudopunkitos asistentes.
voilà. tenemos una crònica.
y donde habla de las bandas?
ResponderEliminarjajaja bien
ResponderEliminarEscribís re bien bo
ResponderEliminaruna vez leí una reseña de una heladería usando bandas como metáfora, creo que en la diaria, lo cierto es que a los helados nadie les escribe una nota más grande que a los otros helados por el hecho de que unos helados participen en la redacción... bueno, buena reseña
ResponderEliminar