viernes, 6 de mayo de 2011

ansiando psicodelia

Lugar: Decibelios
Fecha: 29 abril 2011
bandas: goo goo mucks, los ultraman, rudos wild


Esta vez andábamos con un croata, que cayó en bici. Primera buena señal. Al rato aparecieron dos rubios, alemanes y callados. Resulta que no hablaban una puta palabra de español. Cuando dejamos el centro y empezamos a bajar por el Cordón, las caras de éstos dos últimos se transformaron en una mueca de asco y desconfianza, mientras recorríamos calles con el típicamente montevideano olor a meo y huecos de sombra alternados entre la fila de luces pobremente distribuída. Veníamos paladeando el pedacito de cartón que nos habíamos encajado antes de salir, paseándolo por debajo de la lengua, jugando mientras se demoraban los primeros efectos.
Primero la vuelta de costumbre, atar las chivas, examinar la concurrencia, pegar una vuelta por el boliche. No había nadie adentro. Apareció el Fanfa, que a pesar de no ligar tripi, no lo necesitó nunca con lo extasiado que estuvo en la conversa con los extranjeros de turno esa noche. 
Decibelios estaba raro. En realidad, estaba todo lo raro y andrajoso que está de costumbre. Había dos tokes. En el de abajo unos niñatos y sus mayores custiodaban la puerta, mientras que una tela negra cubría la entrada al bar, guardada por otro par.
Esta mierda no pega, decía quejoso Aliosha, al tiempo que se enchufaba los auriculares y se ponía a bailar solo sobre Piedra Alta. El faso en la eskina levantó los primeros cosquilleos en la columna, recorriéndola como un escalofrío y las pupilas se habían rendido a dejar pasar toda la luz posible, abiertas y receptivas, deformantes.
Para quien no acostumbra tales niveles de tercermundismo,  el panorama fue demasiado. Los alemanes olfatearon la decadencia y huyeron sin saludar. Giliaron.
Habían reformado creo, o tal vez me di cuenta que nunca había pasado a la parte del baño del local, porque de repente me metí por un pasillo que corría por atrás de la barra, regentada por la chica cara de perro misfit. Cerca de los baños, dos cuartos, para las bandas aparentemente, y una escalera que bajaba. Planeamos con Aliosha tomar por asalto el escenario de abajo, pero nos detuvieron los niñatos que estaban sentaditos en uno de esos cuartos para bandas, de paredes rayadas y confesiones de que tal y tal cogieron aca. Abrazaban sus instrumentos, y por sus caras adivinamos que ese era su primer toke. La banda de Eliana, dijeron llamarse, y me cayeron simpáticos.
Sonó el bombo y dejamos de dar vueltas. Es medio complicado hacer de Lux Interior, es complicado ser sólo un cantante sin tener ningún instrumento con el que resguardarse, y encima, el público, además de escaso estaba bastante inmóvil. (Si ya sé, debe ser el cuarto post que escribo de corrido en que el público de un toke cualquiera en cualquier lugar simplemente se queda mirando, nada lo conmueve, como estatuas aburridas le dan al trago y miran a la banda medio de reojo, como que bailar en público fuese una humillación inaceptable). Bueno eso, Luxy – así llamaremos al cantante, a falta de un nombre real- se contorneaba todo lo que el pantalón de cuero le dejaba, se tiraba al piso, gemía, cantaba, agitaba una cerveza, se trepaba a la bata. Atrás, esforzado el dr.-one man band- kalambre. Antifaz y saco, con un pie en un bombo y el otro en el charles, guitarra podrida escupía los acordes.
Sé que escuché New kind of Kick y Love me de los cramps, - como no podía ser de otra manera dado el nombre de la banda -, si hubo más el cartón los ha borrado de mi sistema. Las luces me llamaban y yo tenía ganas de bailar entre una pretendida multitud que no llegaba nunca. Recuerdo que llegué a pensar si la gente se había ido a ver a los supersónicos y me reí de ellos en la distancia, por lo errado de su elección. Igual, Batman estaba. El mismísimo Batman con antifaz y capa, ta, capaz que no tenía capa y eso lo inventé, pero para el relato acéptenme que tenía capa. Era una cruza de Bruno Díaz con Torrente, por los bigotitos y la panza prominente, y esa sonrisita socarrona colgada de los labios.
Había alguien proyectando videos pero la propia forma de la pared, medio recortada, que deja la bata más atrás, hacía que no se viera un carajo. Fue la primera vez que ví a una banda tocar temas de los cramps, así que ganaron puntos extra ahí. Al terminar, Kalambre anunció que ese era el día internacional de los one man bands (tomá!) y se mandó un tema solo.
Un puchito de por medio y estaban los Ultraman prontos. Banda que siempre está bueno ver, pero o yo estaba medio demente o ellos estaban demasiado de la cara. Un poco fríos al principio. Este es un tema de otra película que no vieron, largó engreído el demonio azul. Diabolik y las del disco y the wolfman y todos los temas estaban demás. Hasta uno lentón que no consigo recordar. Una banda que no pasa desapercibida como acertadamente dijo Iñaki. Mientras la banda iba entrando en calor, tema a tema, me cambiaba de lugar, tiraba una foto y la veía desastrosa, mi ojo blindado no me dejaba hacer nada, ni medir luces  ni encontrar fotos ni encuadres lindos. Me rendí y guardé la cámara. Me fui con Iñaki y le tiré unos pasos, él siempre está dispuesto a bailar y eso lo hace grandioso. Fuimos una vez más los energúmenos que aclamamos chicha!, chicha!, porque el cuerpo nos pedía baile. En la colgadera del tripi estuve un rato mirando al batero tocar, ya que no podía sacarle fotos porque estaba atrapado en el lado oscuro del escenario. Terrible swing el pibe, le pasa el trapito a unos cuantos.
Ay! Que lindo! Y le manotié una especie de pija de plástico con luces a una guachita arregladita. El regalo para todo el que pagaba la entrada del toke de abajo. No fue tan grave, tenía como cinco en la mano. Los niños mimados, como monos, se pusieron a jugar y a darse golpes y en menos de cinco minutos, sólo quedaba el mecanismo interno de esa cosa china de cotillón, y el Fanfa analizaba ese circuito con una lucecita roja al final con la minuciosidad de Giro Sintornillos (una terrible regresión a los mediodías antes de irme a la escuela me acaba de suceder).
Cuando una multitud de veinte personas llegó para ver a los rudos, Iñaki y el croata hablaban de rockabilly, mientras éste daba fé de su gusto mostrando el tatuaje con la cara de Elvis que tiene en el brazo y que nació, como él, en Zagreb; Aliosha y Rigotti se disputaban un pin con una plancha ke se los había manoteado y yo divagaba con los concurrentes. 
Los Rudos atomizaron un poco esta vez. Creo que están tocando demasiado al palo. Le tiré eso a un par en la vuelta, que estaban como medio desgastados y todos me decían que los rudos eran así, pero yo creo que antes tenían más swing. Es más, disfruto más cuando hacen covers que cuando me cagan a palos con los temas propios. Desfilaron unos cuantos, de Johnny Cash, de Elvis, de los Misfits, de Social.
La bicicleta me corría por el cuerpo y me moría por un trago.  Intenté convencer al croata de que lo que estábamos escuchando era una canción de Elvis, pero él me miraba y se reía sin entender de dónde mierda salía tanto entusiasmo. Rascando los bolsillos me acerqué a la barra y pedí ferné. Sin hielo y sin coca. De paso le lloré un poco a la cantinera misfit para que se la jugara con otro chorrito. Los dueños del boliche tienen las medidas contadas (pff!), dijo y apretando los últimos sesenta pesos que tendría en las manos en lo que restaba de la noche, la arengué: dale, hacela llorar, no seas ortiva. 

laV.

2 comentarios:

  1. PA! KE MAL LO TUYO TE WHISKY TODA LA NOCHE Y NO ME KONVIDASTE KON FERNÉTTT MAL MAL BAD

    BUE POR MÁS KE NO BAILES KONMIGO, SOY GRANDIOSO, YUJU!

    ResponderEliminar