jueves, 16 de febrero de 2012

folk endulzado y de facón



Fecha: sabado 11 de febrero
Bandas: Areguá / Tarumán/ De Madera/ Los de Salta/ Mbohapé/
Lugar: Pan de Azúcar


Arrancamos por la 73 bajo el rayo del sol de las siete de la tarde. Arrancamos caminando por esa calle abalastrada que es la ruta 73. Íbamos a un festival de folklore. El anterior en Gregorio Aznarez no había estado tan mal. Supongo que con bastante whisky ningún festival de folklore del interior está tan mal. Pero este era diferente. Había tenido mucha más difusión y más bombo en todo sentido. Con Rico no sabíamos qué esperar, ya que ese exceso de personas no nos daba buena espina.

Caminando despacito, teníamos unos seis kilómetros por delante. Rico me había pedido el celular con mp3 para escuchar los dos temas de siempre, Con un Fasito de Al otro lado del rancho, y Guacha de mc caco. Eran los dos temas que más había escuchado en toda la semana. Era bueno para olvidar y para caminar durante mucho pero mucho rato al rayo del sol.

Como quien no quiere la changa nos tomamos dos dedos que nos solucionaron bastante la cuestión del tiempo. A las ocho el sol seguía molesto y persistente, y estábamos a las puertas de la ciudad de los pan dulces (gentilicio de Pan de azúcar) sobre la ruta diez. A un lado de la ruta el camino hacia la ciudad, al otro, el estadio donde iba a desarrollarse el gran festival. Como era de esperar aún no había llegado ni el loro al estadio, así que, como habíamos planeado, nos dispusimos a repetir la sucesión de actividades que realizamos en Gregorio Aznarez, con la esperanza que nos fuera más o menos igual de bien. Como primer punto del orden día, nos dirigimos al boliche que fuera el más de viejo fulero. Las calles vacías y el sol aún inclemente alargaban nuestras sombras mientras caminábamos como imbéciles alrededor de la plaza principal en busca de un bar. En ese momento me dieron ganas de escuchar algo como folsom prision pero no tenía cómo. Detrás nuestro, y como siguiéndonos, había una camioneta de televisión nacional, con un cameraman en la cabina abierta trasera. Obviamente, después de dos o tres bares cerrados y desérticos, terminamos en un bar dunbar. Allí pedimos dos cañas y salimos a fumarnos nuestros tabacos mientras veíamos a la gente cómo esperaba su transporte en la parada de la calle principal de la ciudad. El primer mal indicio fue que nos sirvieron la medida en un vaso común en vez de hacerlo en la clásica medida en donde el aguardiente llega hasta el borde del vaso y uno tiene que chupar apurado para que no vuelque el contenido altamente alcohólico. La caña no era lo que se dice la caña de Aznarez, pero a esa altura me propuse dejar de comparar toda cosa que hiciera con lo que había hecho en Aznarez porque iba a terminar muy mal, aparte de la frustración que iba a producirse a cada paso que diera. Así fue que nos fuimos rumbo a continuar con nuestra tarea de llegar lo más borrachos posible a la hora de las bandas. 

En el camino que iba desde la ruta hasta la ciudad (unas siete cuadras) habíamos visto unos tres carros de chori, una heladería improvisada en el frente de una casa, una venta de ropa americana,y un puesto de lentes. En mi cerebro había quedado grabado el carrito número uno que había visto. El pibe que atendía tenía una cara simpaticona de canario alegre e ignorante que me inspiraba confianza. Podría pasar toda la noche comiendo allí sin agarrarme ningún tipo de pestes intestinales. Estaba seguro. Así fue que fuimos con Santo Rico, mi compañero de andanza, hacia el carrito más honesto de todo el Pandia, forma cariñosa que utilizan los pandulces para referirse a su ciudad.  



Ahí nos clavamos dos panchos con todo y un chori cada uno. Luego nos dirigimos hacia lo que era el único almacén disponible para conseguir whisky y vino a consignación. Una coca y a otra cosa.



Ya entonadísimos llegamos al Estadio donde una maraña de gente iba serpenteando de un puesto de empanadas, a otro de panchos, a otro de chori, a otro de ropa cassual, a otro de lapiceras y así. La gente se movía mucho y muy rápido y siempre con cosas en las manos: comidas, bebidas, hijos, hijos de otros, más bebidas, reposeras, más niños. Con Rico nos sentamos en el pasto con el vino en la mano y a ver a los Areguá, una banda que bien habría podido fundar el finado Pablo Estramín. Tenía todo lo que se necesita. Incluidos los temas del mismo Estramín. A decir verdad la banda de veteranos gordos y de faja con bombacha se dedicó a homenajear al Sabalero y al Pablito. Y así hicieron dos o tres temas de cada uno. Con los pianitos esos tan típicos de la balada de los adolescentes. Durante los temas permanecimos sentados, sólo por el hecho que nuestras pansas llenas no pudieron moverse de allí por un buen rato. Al terminar esta banda nos empezaron a rodear familias enteras con muhas reposeras y niños. Era una verdadera invasión. Atinamos a salir corriendo. Salimos y buscamos algo qué hacer. No había. Volvimos a entrar. Nos quedamos en la puerta viendo la gente pasar. Entramos de nuevo y dimos vueltas por los puestos de ropa que estaban todos amontonados atrás de los castillos inflables y las maquinitas. En este transcurso de tiempo tocaron Tarumán y De Madera. Dos bandas más o menos folklóricas que se dejaban escuchar y que nos permitieron recorrer y conocer a la gente del lugar.   

Los de Salta fue una buena banda con raíces milongueras y buenas letras sobre facones y mujeres y saber perder y esas cosas sobre las chicas yeye. Cuando tocó Mbohapé ya no tenía capacidad cerebral para escuchar nada ni decir nada. Habíamos empezado a sentirnos como sapos de otro pozo. Eran las dos de la mañana y al otro día arrancar temprano como todos los días. Aunque fuera domingo. A limpiar playas. A comer sol. En un par de ocasiones nos encontramos con compañeros limpiadores que al otro día no fueron a trabajar. Ellos dijeron por medidas sindicales pero como suele suceder era por medidas cautelares de sueño y resaca.
Nosotros con resaca, sueño, cansancio, hambre y muy poco rock encima nos volvimos caminando para seguir en la cadena productiva, alimentar el bien mentado turismo, y así todo.

Llega gente a casa y me voy a prender un cigarrillo. Hacen 29 grados de calor y a la gente no le gusta leer cosas largas.

1 comentario:

  1. Grande marco abriendo el espectro de este blog cada dia mas reaccionario encuanto a generos. Demostrando que no hay limites en lo que respecta a vivir una buena aventura a base de chori

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