domingo, 13 de enero de 2013

rompeme la susceptibilad y te corto la democracia, con ustedes: La-33


fecha: viernes 11 de Enero
lugar: playa del cerro
bandas: La-33

estamos en un momento de escasa noticia a nivel nacional y la gente no tiene mejor cosa que escribir en blogs flojos y debatir sobre chotadas. la gente se pone susceptible porque si la cumbia, el rock, el samba, el mambo, la electrónica representan al uruguayo. si el folckore o el folk lore!! si la tortafrita o el algodón de azúcar. discriminar está de moda, y como en la música no nos gusta quedarnos atrás de los mediocres debates nacionales, metemos una papa caliente: salsa. porque la integración es el nuevo eslogan del gobierno, porque los eslóganes del gobierno están muy copados y siempre representan las inquietudes de su pueblo. las inquietudes reales se resuelven con eslóganes copados dijo alguna vez el nico maquiavelo, no?
bueno que arranca ehhhh!!!

Entramos a meter pedal y meter pedal. No nos cansamos. Cruzamos el puente que mostraba al cerro. A la fábrica abandonada de la posguerra de Europa del este alias ex frigorífico nacional. Que mostraba la Ancap de país productivo. Mostraba la playa y el puerto y la torre de antel. Todo un país. Visto de cierta perspectiva. Que, ciertamente, no es la del Espectador. El puente que pasaba por arriba de los accesos de la ruta 1 y 5. Ahí empezaba el verdadero viaje. Rusia, Suecia, Austria, China, Bélgica, Perú, Burdeos. Todo siempre perpendiculizado por Grecia. Tocaba La-33 de Colombia, y ya eran demasiados países. Demasiado Latino. Nos metimos para el comienzo de la rambla. En la playa nos dimos un baño que fue exageradamente mejor que en Pinamar. El agua más clara. La gente más amena. El paisaje más real. La silueta del centro de Montevideo de un lado, y un antiguo frigorífico a medio derrumbar que parecía recién bombardeado por el otro. Atardeciendo. La cumbia ya se escuchaba desde ahí. Había un futuro próximo incierto como debía ser.  

Como la gente de la música no tiene dinero para viajar a otros lugares más lejanos, se tiene que hacer de cierta imaginación para no aburrirse adentro mismo de Montevideo, que como todos saben, Agoniza. Esto, al menos hasta que no se rehabiliten las líneas de tren hacia Pando, 25 de Agosto, Florida, etc, que nos permiten llevar nuestras bicicletas hacia horizontes que son horizontes por el momento. 

En el Cerro las cosas se valoran más porque simplemente cuestan más. Las bajadas siempre tienen su contraparte. Y así de precipitadamente, te ves envuelto en una empinada y tenés que encararla, con o sin cinturón policial que te espere al final. No hay ciclo vías ni terreno llano que te ayude. Y esto hace al temperamento del de Cerro. Y nosotros (que éramos Iñaki, Biomba y yo) nos contagiamos de la parsimonia que te otorga saber que las cosas cuestan. Entonces la vivimos con más intensidad. Una intensidad, más que iberoamericana, latina.

El faso me había dejado un poco paranoico y no me quería exponer demasiado a la gente. Sabía que se movían por manadas, por grupos y no podía dejar que me ganaran la cabeza así que luego de estudiar los alrededores, me dediqué a escuchar (para despejar la mente nada más) el discurso o espich de Cristian Font que hizo gala de su gran conocimiento de las calles del Cerro, llegando a pronunciar cinco calles. Se sabe que este personaje es lo más Zelig que hay y que él cree que puede mutar y camuflarse en este caso de Omar Gutierrez o alguno conductor de Agitando una Más. Entonces empezó con el clásico quién de nacional, de peñarol, de cerro!!!!!, quién sabe leer una frase de corrido, quién llego en auto y quién en ómnibus, quién se baña todos los días y cosas de ese estilo que no le gustó nada a la poblada del Cerro. Se notaba que sus años de tablado no le habían servido de nada y ahora estaba en serios problemas. El frente amplio encuentro progresista nueva mayoría, o simplemente FA, quiso integrar a Cristian Font con el Cerro.  Vaya a saber uno porqué. No le salió. Por ahí decían que si querían integración posta que pusieran en el cerro una fiesta de electrónica a ver hasta cuánto les llegaba esto de la diversidad que de diversidad e integración no tenía nada: lo más cercano a la cumbia lo pusieron en el Cerro. Punto. El pobre Cristian baja del escenario sin pena ni gloria, tratando de llevarse la mejor cara.  

Biomba nos trae sidra Santa Martha al lugar donde estábamos atricherados cerca de las bicis y le empinamos a eso. Parece que la Intendencia puso un puesto de sidra solamente, la cerveza estaba concentrada en pocitos y punta gorda. Pero integremos, integremos. Desde las autoridades lo más cercano que se vió fue a Jorge Schellemberg (cantautor MPU y clásico fundador de TUMP) que llevaba un cartelito tipo acreditación con las letras en mayúsculas IM en naranja y blanco. Se la pasó bailando divertido con una flaquita enloquecida por la salsa. Parece que su trabajo consistió básicamente en bailar y animar a la gente de alrededor. Al ver que una persona importante y con cargo político movía los pies como podía, eso incitaba a alentar a los inválidos y duros a bailar.

Arranca con pantalla gigante y una cifra cercana a los 45 parlantes al rededor La-33.
Simplemente lo gozas. Estas ahí y te dan ganas de agarrar a una rochita de la cintura y rebolearla y que se haga un agujero en el piso. Te temblequea el esqueleto y sólo querés tirarte un paso al son del instrumento. Saxofonistas y trompetistas todos en lentes negros. Un bajo que iba del jazz a la cumbia salvaje. Timbales, tumbadoras, wira, bombo y redoblante, kongas. Momentos de caos sonoro y cortes repentinos mostrando gran coordinación y mucho ensayo. Todo esto hacía de la 33 la mejor banda. Sin mencionar la acertada fusión del lugar y el nombre de la banda. Que toque la 33 en el cerro fue una pegada política que le va a rendir al frente muchos frutos. El nacionalismo siempre rescata votos perdidos. José Gervasio, sin duda hubiera ido al Cerro, al lugar más posta oriental de gente oriental y trabajadoramente guajira. 

Uno de sus temas altos fueron La tormenta con un coro muy pero muy sugerente: se viene la tormenta y a mi qué. Ese tema te daba ganas de agarrar una molotov (no a la banda) y tirarla contra un patrullero, cosa fácil de hacer, ya que: habían botellas, había alcohol y habían muchos, pero muchos policías en patrulleros motos caballos skates longboards patines pero no en bicis. Habían formado un cordón donde uno no podía (en caso de ser necesario) escapar, salvo nadando por la playa. En ese tema fue que nos corrimos de nuestra trinchera que quedaba a un lado del escenario justo en la parte del estacionamiento y nos fuimos para el medio donde se veía mejor y se escuchaba mejor y se vibraba más el chévere ritmo latino. Parejas de cuarentones, rochos y rochas, niños y viejas bailando y metiendo como les salía los pasos para bailar y sacar al demonio que nos posee a todos los pobres.

Otro alto tema fue Pantera Mambo que duró cerca de quince minutos con una gran producción audiovisual que intercalaba unos jaguares y chitas pintados de rosado con unos pasos repetitivos de una señora que caminaba y unas siluetas de ciudades del mundo en donde aparecía una estatua de pantera tipo paint metida ahí. Después vino Roxanne tema en ingles que invito a las parejas a bailar lentos y dejó en claro que la-33 sabe mucho más inglés que los Molotov que apenas llegan a un spanglish. 
Era increíble lo que bailaban, saltaban, y resquebraban los músicos y cantantes de la 33. Llevaban muy bien puesta a Colombia. Estaban muy puestos y al finalizar el toque dijeron. Suban y compren. Todos fueron al mismo chiste que no hace falta mencionar.

Al terminar el concierto la gente se dispersó muy rápidamente. Nosotros pies ardientes de bailar en la tierra, cazamos las bicis y de nuevo a la ciudad infernal. A tratar de terminar la noche como pudiéramos. Como sea. No podíamos parar. Biomba dijo hasta aquí llego yo, y se desvió en su bici recién pinchada. Las primeras bajas de la noche. Pero nosotros no. Teníamos que ir de una punta de la ciudad a la otra. En medio del camino nos dimos cuenta que más no podíamos pedir. Pero igual seguimos. No supimos entender cuándo terminaba la noche. Nos terminamos quedando parados en un pool en la zona del tres cruces, viendo cómo otros zombies gastaban cientos y cientos de pesos en fichas y fichas de ese juego que parecía tener cerveza como combustible aparte de las fichas. Nosotros éramos igual de zombies, con la diferencia de que no gastábamos el dinero ni las esperanzas.

Pero esperar siempre tiene su fruto y en este caso fue un encendedor en la puerta del pool que habían dejado unos chetboys y del que me habían convidado fuego unos momentos antes. Lo primero que hice al ellos irse fue mirar la banqueta y allí estaba. sólo y esperando su próximo propietario, uno que lo tratara mejor, que no lo deje tirado. Era como un premio a los kilómetros y kilómetros recorridos. Aparte que no era un encendedor normal. Era como un soplete encendedor. Al prender la llama hacía como sonido de turbina y su pequeña llama era azul francia con una base de naranja sideral. fue amor a primera vista. Se lo gané al borracho que hacía horas estaba al otro lado de la puerta haciendo macacadas para los chetos. Cánticos y bailes de borracho sin cesar. Y sin razón. Quizá el encendedor se lo merecía él por la insistencia. Pero a esa altura de la noche, yo también era un borracho patético y merecía mi zanahoria. No saben cómo prende. Chau.

dejo un gran video de un tema que la rompió en vivo.

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