lunes, 30 de septiembre de 2013

la cantina

Lugar: Cantina de la Cancha de Bochas del Parque Rodo
Fecha:12 de Setiembre del 2012
Bandas: Comunismo Internacional / Julen y La Gente Sola

El 427 me deja a varias cuadras del Club de Bochas que yo hago más largas tomando el camino equivocado. No conozco demasiado el barrio aunque tengo una leve idea de cómo llegar. Aunque el día esta inmundo de húmedo y pronosticaron tormenta, no me quejo demasiado por caminar de más. Tengo una punta y me da justo el tiempo para fumarla antes de llegar. Bajo la escalera, ligeramente drogado, para ver el toque de Comunismo y los Julen.

La cantina es un lugar extraño. Nunca había ido a un toque ahí. En realidad nunca había ido. Mi experiencia más cercana con este lugar fue caer de casualidad una vez en enero y quedarme viendo el cumpleaños de gente que no conocía. Parecía ser un lugar bonito y a nadie le parecía molestar mi presencia. Es lo mismo que puedo decir de yo en este toque, en esta situación en particular. Todas las mesas, todas las sillas, están ocupadas. En realidad no todas, pero no quiero imponerme ni meterme en grupos de gente que no conozco del todo. Ese es mi problema. Podría ser amigo de todo el mundo si no me diese un montón de incomodidad decir hola. Así que me apoyo contra una heladera que se que nadie va a abrir, porque dudo que de hecho tenga algo adentro.

Unos detalles se destacan de esta primera escena. La principal es una bola de espejos. Que funciona, por una vez en la vida. Una luz roja la apunta y los reflejos en las paredes, que son casi la única iluminación, van ideales con la música de Comunismo Internacional. Lo otro que capta mi atención es que somos todos hombres. Ni una sola mujer en vista. Un hetero podría haber dicho que esto era Acá si que no se coge, pero como soy puto esa para mí no era una frase válida.  En realidad si lo era, pero por otros motivos, no hay ninguno que juegue en mi liga. Y si lo hay yo no me entero.  Dentro de este club de chicos los que más llamaban la atención eran lo que asumí como parroquianos o habitues de la cantina, que claramente no estaban del todo acostumbrados a lo que estaba sonando, que si yo fuese pretencioso y molesto (y estoy casi seguro lo soy), definiría como “pop ruidoso de dormitorio”. Vamos Lento, Proyecto Fósforo, quién sea, contratenmen!

Ok, para o mi mamá dispara. Volvamos a donde estaba.

Los parroquianos no  entendían demasiado lo que estaban escuchando y no les importaba disimularlo. Principalmente a uno que alguien definió como “Universo Control Z”, pero yo sé muy bien que había salido de El Ósculo Hirsuto, un comic gay argentino que amo y es sobre un grupo de osos (hombres grandes en tamaño y edad, a veces muy peludos, otras veces un poco peludos) y sus relaciones afectivo-sexuales. Mocasines, bermuda caqui, camisa con botones abiertos para que la panza respirara. Podría haber saltado de una viñeta menos porno de lo usual. Como no sé su nombre le voy a poner Felipe. Así que Felipe se quejaba que no se entendía la voz (es cierto, pero creo que era a propósito) y cuando el asunto se volvía cargado y denso, se retiraba a fumar, a tomar cerveza, a hablar por celular. Solía pasar que en las ausencias de Felipe el dúo comunista tocaba sus canciones más delicadas, las que podían haber sido su puerta de entrada a bandas nuevas. Recuerdo dos, una balada dedicada a Acto de Violencia en una Joven Periodista, donde se destacaba la frase “Carlos va a morir” y otra que decía “Ernesto, que pasó con tu gusto musical”. En ambas dos, al igual que Felipe, me hubiese gustado más entender la voz y la letra. Era tragicómico que, indefectiblemente, Felipe volvía cuando los ambientes se volvían perturbadores y las canciones desparecían. Terminaron con una versión larga de Sara, instrumental largo, repetitivo, y hermoso, con una conversación saliendo de un celular. Además de hacer extensa e hipnótica la versión que está en el disco, le agregaron una base ritmica electrónica y cavernícola, volviéndola, creo, lo mejor de su set. Bien por Comunismo. Quiero verlos de nuevo.

Durante el intervalo entre banda y banda decidí pegarme un whiskey pensando que sería lo más barato y efectivo en cuanto a elecciones alcohólicas. Grave error. El trago del día eran vino, clarete o tinto, en vasos repletos, a 20pesos. No había whisko barato. Las opciones eran Sandy o Johnny, que por otra parte sería un gran nombre para banda de retro post punk, new wave. Me decidí por Johnny. Mientras tanto empezaron a haber mujeres en el público. Pocas, seguían siendo minoría. Una maraca misógina habría estado en el cielo.

Después de tener tanto problemitas de sonido como de ubicación escénica, arrancaron los Julen. Y arrancaron con Alquimista, canción que generalmente reservan como última en la mayoría de sus toques, supongo que por su aire de épica indie pop. Fue una elección extraña como principio, pero que adelantó la constante de este toque. Las canciones conocidas se hacían en versiones nuevas, como por ejemplo La Cima del Mundo fue tocada con teclado antes que con guitarra. Y terminaron con dos de El Chico del Pórtico, acompañados por Comunismo en un teclado que nunca se escuchó (el pibe con la remera el Unknown Pleasures era Internacional, asumí yo). Ninguna de las dos era Yo Tengo El Poder, esa oda a He Man donde los chicos bullyados se vuelven gigantes y aplastan a todos. También hubo canciones nuevas, entre ellas una sobre un chico que escuchaba voces y se llamaba Gabriel.  Creo que lo que más me gustó del toque de ellos (aparte de que sonó muchísimo mejor que el INJU, y que el ambiente era lindo y todo eso), fue que no se hizo predecible. Es más de lo que puedo decir de la mayoría de las bandas de la vuelta. Si hay algo que no me gusta de ir a toques es esa sensación que tengo de que me están cagando, de que me están dando el mismo show una y otra vez, cambiando a veces el orden de los temas, pero no su contenido. Y lo que hicieron los Julen fue exactamente lo contrario, lo cual me parece aplaudible.

Al gordo Felipe también le pareció super aplaudible. Era el primero en batir palmas cuando terminaba cada canción, levantando las manos al aire y todo. A mitad del show preguntó a los gritos como se llamaba la banda. Luego, durante un tema se acercó a la barra y elogió a la banda a sus amigos, los cantineros, quienes le dijeron que Comunismo también había sido buena. Felipe no estaba impresionado y calificó a Comunismo con un condescendiente adjetivo: Minimalista. Mientras le servían más cerveza una chica se sentó en su silla ahora libre. Esto le cayó mal a Felipe, quién se acercó y le susurró algo en el oído a la muchacha que se había atrevido a usurparle el lugar. La muchacha se levantó y se fue a la barra. Ver esto creo que fue lo mejor que me pasó en el año.

Terminó el toque y Gordo Felipe se acercó a elogiar a Federico Julen. Parte de mi quería salvarlo de una situación incómoda, parte de mi quería seguir pegado a la heladera vacía y escuchar esa conversación. Sé que Feli comparó la banda a Ritchie Valens, la cual es una comparación extraña pero bonita, ciertamente más mejor y más original que decir, oh, no sé, Franny Glass. Salí a fumar un cigarro, el último que me quedaba, y hablamos mal de Lucia González. Yo en realidad ni siquiera hablé mal, sólo dije que siempre aparece una de estas, le hacen unas notas en Freeway, generan barullo porque trabajan con publicitarios y después desaparecen. La más cercana a mi memoria es Mint & the Mentals, pero estoy seguro que hay más. Así que no hay nada de lo cual preocupares. También hablé de que la cantina tenía libros, pero me dijeron que no, que eran carpetas. Decidí que era momento de irme, antes de seguir prolongando la noche. Subí la escalera, caminé hasta 21 de setiembre, compré cigarros en la estación de servicio,  y volví a casa en el 182 Paso Molino, que me deja en el Viaducto. Igual era temprano y de última no hubo tormenta.


Alta Conchuda.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

NOise festo 2

Lugar: Afcasmu (Garibaldi 2823)
Fecha: 16 de agosto del 2013
Bandas: Comunismo Internacional / La Gente Extraña / Bogo Dios de los Hombres

Comunismo Internacional sale de sus toques en livings, a un lugar grande, casi galpón. Si tocaran cumbia, podría decir que son unos camaleones del sonido, pero como no, digo que son unos canelones, porque suena parecido y porque a Quico, el manager de Comunismo Internacional, militante del P.O.F.U.U.U., y oriundo de Jaime Ross, es un gran tipo, y su madre cocina buenazo. Entonces, aparte de mi propia y personal experiencia desde mi, hubieron otros seres, que demostraron en palabras la alegría enorme y  el derretimiento encefálico que le había proporcionado el recital de estos dos tipos que allá lejos, entre luces de navidad, jugaban a destrozarnos y a acariciarnos la fisura de Rolando y el ventrículo izquierdo. Para muchos, la mejor película de estos directores.

Pasado un rato se acercan a donde estaban depositados los instrumentos, unos tipos, una gente. Empiezan a promocionar que se vendía una rifa para recaudar plata para pagar el flete. No pudieron. Notoriamente no pudieron hacerlo. Me refiero a hacer la promoción. Eso se fue entreverando con los ruidos que empezaron a hacer, y por un rato no se sabía que estaba pasando. Me fui a pasear y no me acuerdo de nada más. Eso quiere decir que tuvo la característica de deformidad y hermosura monstruosa necesaria para uno poder irse a pasear y no acordarse de nada. Dicen que sonaron a un volumen alto, y las personas estaban a unos treinta y siete, treinta y ocho metros de distancia de ese conjunto musical llamado La Gente Extraña. También dicen que hay quienes desaparecieron del planeta y no han retornado a sus hogares.

Por último, para cerrar la deforme noche, Bogo, o Bogo Dios de los Hombres. En realidad creo que el nombre completo es Bogo Dios de los Hombres, pero como nos pesa el escroto decimos Bogo nomás. Un toque de esos que aparecen a una altura que tu cerebro está retorcido como un trapo de piso y no sabe mucho que está sucediendo quince centímetros a la redonda. Dos tipos arriba de un bajo y una batería dándole como si fueran caballos. Un buen rato después cae el guitarrista y gritante (ser que vociferaba rifa y flete al comienzo de la pieza de La Gente Extraña) para cerrar la formación y sumar desgarros. Un excelente toque anómalo, de esos que no sabes si te dieron un garrotazo en la sien o un blíster entero de diazepam con hojas de laurel. A la vista, una persona que le llevaba tragos al baterista, esperando pacientemente con el brazo estirado dejando el vaso a una cuarta del rostro del mismo, mientras este tocaba a 44 km/h. Y. Un majestuoso final.

Experimentos en los proyectores y una hermosa mesa/feria de discos y más cosas, como remedios vencidos, revistas porno y morsas embalsamadas, acompañaban el paisaje.

Feitián




Un breve registro del épico momento de promoción de la rifa: https://www.facebook.com/photo.php?v=193160484193535

sábado, 21 de septiembre de 2013

La gente que atraviesa los horizontes

Banda: Los Extranjeros
Lugar: Cantina del club de bochas del Parque Rodó
Fecha: 12/7/2013

Resulta que un día el cantante y el guitarrista de Malpaso se cansaron de tocar en una banda de rock, largaron todo a la mierda y armaron un dúo folklórico. Ese dúo se llama Los Extranjeros y sacaron un disco buenísimo este año.

Fuimos a verlos a la cantina del Club de Bochas un jueves lluvioso de julio. Los tipos son buenos: tocan en un antro sin amplificación un día de lluvia, te cobran cien pesos y vos vas, te mojás y pagás lo que haya que pagar chocho de la vida con tal de verlos.

Marco toca la guitarra y canta; Ignacio toca la guitarra, en algunos temas mete mandolina, en otros mete acordeón. Hacen música inspirada en viejos sonidos en desuso, sin sonar a imitación ni a parodia. Se siente más bien como un intento de continuar algo que quedó a medio hacer, una tradición interrumpida. Tocan cielos y vidalitas sin olvidar que son habitantes de ciudad.  Sus canciones están habitadas por personajes que se enfrentan al pasado, a las ausencias, al envejecimiento, a la certeza de la muerte. En fin, hablan de los temas de siempre, esos de los que no podemos escapar. Y saben cómo hacerlo sin que parezca que están diciendo lo que se ha dicho un millón de veces. Persisten en su música algunas viejas costumbres que estaban presentes en Malpaso: el gusto por el vals, la tristeza, los versitos tenebrosos (“Sobre la piel de la noche / viene la muerte bailando”).

 Suelen ser prolijos tocando pero esa noche no lo fueron tanto. Hubo errores y hubo que cortar una canción porque una guitarra estaba muy desafinada. No importó, por supuesto. Tocaron los temas del disco y unos cuantos más: uno de Lazaroff, dos con músicas propias sobre textos ajenos (uno de Borges, otro de María Elena Walsh) y una especie de polca fronteriza deforme y macabra con letra en portuñol.

Tras una breve pausa tocaron algunas canciones ajenas más, advirtiendo que eran temas que en realidad no estaban en el repertorio porque estaban poco ensayados. Salieron a la perfección, a diferencia de algunos de los temas bien ensayados que habían tocado antes.

Nos quedamos un rato sentados, saboreando lo que acabábamos de escuchar y bajándolo con vino. La gente del lugar puso unas músicas brasileras que poco y nada tenían que ver con el grupo que acababa de tocar ni con el ambiente que habían generado. Tampoco importó mucho eso, a decir verdad.


La lluvia paró. Emprendí el viaje de regreso pensando en lo triste que es que el folklore haya caído en manos de esa horda de terrajas y patrioteros que han hecho cosas tan feas con él. Los Extranjeros vinieron a recordarnos lo linda que puede ser esta música si se hace bien.

martes, 17 de septiembre de 2013

la vaska 7 de setiembre

Lugar: Margat La Vaska, (Margat, Canelones)
Fecha: 7 de Setiembre del 2013
Bandas: Imao, Martes Martir, La Gente Extraña

Hola, llovia a cara de perro y esperábamos el 151 o 370 que viniera cargado de darvin con los cables y cosas bichos, después de pedirnos por cuarta vez unas monedas un pibe nos hecho una maldición “su ómnibus nunca va a pasar” y en la cabeza sonaba el tema “el bondi nunca vino y nuestra banda era una mierda”

Eso no iba a pasar porque sabíamos que iba a pasar, llego un 370 con darvin y al rato el 4ª o el cA o algún ómnibus de esos que nos dejaría en la puerta de la vaska, tocaba martes mártir, la gente extraña e IMAO, tremendo.
Los perros la gente el pollo el vino las mojadas cosas y Mozart, todos estábamos ahi..bueno la gente no tanto, pero había gente, linda gente.

Es necesario hacer un parentecis en la vaska lugar el cual cuenta con particularidades muy especiales; para el que nunca fue le explicamos que queda en el mitico margat! Entre canelones y santa lucia, no tiene vecinos, cosa importante para un toque de roc y la pareja que maneja el lugar tiene una hospitalidad para con los músicos a la cual no se esta acostumbrado, te suelen esperar con comida y bebida además de buena onda, no solo para con los músicos si no que tambien a la banda amiga. Columna vegetariana abstenerse o llevar un refuerzo de tofu.

La primer banda fue martes mártir, banda la cual tiene la suerte de unos dejes noise pero una solida base rokera, tenia un bajista con aires de frontman, dos guitarras con muchos pedales (a uno el cual no le funcoinaron ningunos) un baterista consiso y un cantante que usaba pedales en la voz y un tecladito, este ultimo parecía ser el mas colgado de la banda, a pesar d ela onda que le metieron el toque sono medio frio, quizás debido a los problemas técnicos o la falta de gente.

La siguiente banda fue la gente extraña , no podemos decir mucho ya que somos nosotros y no quedaría bien hablar de nosotros mismos, podemos citar algunos comentarios, uno del bajita de martes mártir que citado textualmente dijo “este mundo es una mierda y todos sabemos que se va a ir a la mierda pero si este mundo por esas casualidades se salva es gracias a la gente extraña” y el otro comentario fue el del coso cantante ruidista y yo que se de IMAO que mirándonos a los ojos a cada uno de nosotros nos repetía “DEMENCIA”

Luego vino IMAO…aun me estoy recuperando de la intensidad y potencia que tiene esta banda en vivo, IMAO es de esas bandas que te hacen sentir que vale la pena, vale la pena y vale la pena mojarse arrastrase y aguantar aguantar para poder verlos, todo el mundo tendría que ver IMAO, no vamos a describir uno por uno los integrantes de esta banda ya que seria demasiado extenso pero si vamos a decir cosas como que a lo que a mi respecta es una de las mejores bandas del under uruguayan del hoy en dia, pero una breve reseña igual podemos dar, esta el duo dinamico en le fondo que intercambian roles de defensa y ataque y un trio en la delantera que explora los confines mas inospitos del cosmos sonoro, todo esto hace PUM en la cabeza y en el cuerpo y ta. Esta buena también la forma progresiva en la que se van integrando y desintegrando del “escenario”.Fue un toque para 8 personas, pero tocaron a morir a romper.
Llegados a montevideo nos cayo la maldición, y otra vez sonaba el tema “el bondi nunca vino y nuestra banda era una mierda”, efectivamente esta vez el bondi nunca vino…


Se recomienda ver IMAO ir a la vaska y tener cuidado con las maldiciones de los pibes pidemonedas, a veces tardan pero llegan

lunes, 16 de septiembre de 2013

Ver a un freak desde el paraíso

Fecha: Sábado 7 de setiembre, 2013
Solista: Fernando Cabrera
Lugar: Auditorio Nacional del Sodre

Ir al Auditorio es lo más opuesto a la travesía punk de ir hasta Sauce o Playa Pascual a ver un toque. Es una experiencia controlada y predecible como un viaje de la NASA. Falta esa épica, esa idea de que todo puede terminar de cualquier manera. (Acá alguien apunta que fue a un toque en Canelones y terminó tomando merca adentro de un ropero, y tengo que ponerlo porque le da la razón a mi tesis. Yo encontré entre los árboles del cañaveral una Vespa comida por el óxido y la poca bola pero creo que con algunas partes que relucían o con un aire que sugería que en una vida pasada había llamado la atención con su brillo de todos los pascualenses aburridos que la veían pasar por la calle principal. Yo sé sobre vidas pasadas porque esa noche fue en una vida pasada. Estuve tan contento que parece que entre esa noche y ahora me hubiese reencarnado en un alma no mejor ni peor pero sí más infeliz. Estuve tan contento y estoy hablando de más). En vez de un capítulo de Los Simpsons, el Auditorio es uno de Scoobie Doo. Y está bien, o si hacés un mínimo esfuerzo por ser un poco relativista está bien, porque la gente del Sodre, como los mejores blogs sobre toques, sabe cuál es su público, qué quiere y cómo dárselo.

El Auditorio tiene muchas escaleras. Metros y metros de escaleras. Kilómetros. Si uno tiene la entrada más barata, la más alta, tiene que calcular unos 5 o 10 minutos de margen para subir todo ese escalerío. Stairway to heaven o algo así, porque la platea se llama “Paraíso”, aunque nunca imaginé que el paraíso estuviera tan lleno de gente a la que alguna vez en su vida le gritaron socialdemócrata con tono de insulto. Y no se sintieron insultados. Gente que manda a sus hijos al Latino, o que fue al Latino, o que va al Latino, o que da clases en el Latino. Que tiene títulos universitarios, que habla suave y que sube las escaleras ídem. Mucha 2121, mucha Vertiente, mucho FLS. Probablemente eran yuppies en la época en que todavía se usaba la palabra. Hay abrigos que de lejos parecen de animales muertos pero de cerca se nota que son derivados del petróleo, porque algo de progresismo queda.*

No es lo mismo llegar tarde ahí que al Solís, que castiga a los que no llegan en hora dejándolos afuera (él, el Solís, o los acomodadores que son como cuerpos vacíos habitados por la conciencia de EL SOLÍS) hasta el próximo intermedio. El Adela Reta (la colorada que se opuso toda la vida a la baja de edad de imputabilidad junto a un Sanguinetti que después se daría vuelta con la excusa de adaptarse a los tiempos) tiene reglas raras: si uno llega tarde tiene una segunda oportunidad para entrar después del cuarto tema. ¿Por qué el cuarto? ¿Cómo lo deliberaron? ¿Quiénes? ¿Cómo hacen con las obras de teatro? ¿Y si la banda que toca hace todos sus temas más largos al principio y uno se pierde la mitad del toque?

Tocó Cabrera. Dijo en una entrevista hace poco que el éxito le había llegado tarde (ahora), y no sorprende tanto pero sí un poco, porque el tipo es un freak, y podemos creer que existen los freaks exitosos pero nunca vamos a entender cómo llegaron ahí. A ver: Jaime Roos le canta a la nena linda de la clase una canción que deja enamorada a la suegra, pero la nena después se chuponea con otro. El Negro Rada le bailotea y le toca un poco el repique a la nena linda de la clase y se la chuponea frente a los muchachos de la barra callejera. A la mina a la que Jaime le cantó, y por eso se pelearon. Y Cabrera agarra el bisturí del laboratorio de Biología y abre a la nena al medio para ver qué tiene adentro. La nena linda, claro, es la patria. Viva la patria se llama el disco que presentó Cabrera. Un obsesionado por la historia, un casi profesor de historia que le escribe una canción al tipo que amplió el Río de la Plata para que entraran los barcos, o que estudió su línea genealógica como para saber que sus bisabuelos eran del sur y escribir “Continuará”. Un tipo que le escribe una canción a un deporte gris como el ciclismo o a lugares tan emblemáticos como desagradables, como el Rosedal; nunca bizcochear o chistarle al guarda, sí los boliches de Garzón, sí las cloacas del Prado, porque pocas cosas nos definen mejor que nuestras partes más horribles. Yo conozco a una fernandina que empezó a entender a Cabrera cuando se mudó a Montevideo, y tiene mucho sentido. Cabrera, un artesano de la tristeza criolla de las radios AM. Un tipo con problemas para manejar su personaje púlbico. Un interesado en cosas que no le interesan a nadie, digamos, y esa nunca es gente que está de sobra.

Eso sí, todo demasiado prolijo, como el Auditorio. Las sorpresas del toque fueron mínimas: los solos roqueros de JP Chapital, los recitados en el medio de las canciones que parecen habérsele ocurrido a Cabrera después de que incorporó a sus presentaciones la lectura de los poemas de su libro/DVD Intro. En el resto lo que manda es la prolijidad de Cabrera: obsesiva, control freak. Estuvieron los clásicos (“Punto muerto” a cargo de Galemire -¿cuándo vamos a poder decir que no nos gusta su música sin sentimiento de culpa?-; “El tiempo está después”, que la gilada pide en los bises gritando “la calle Llupes”). De los temas nuevos, algunos rozan el populismo que da un poco de asquito (“Caminos en flor” va dedicada a todos los artistas populares, incluso a los que hacen malabares con limones en los semáforos. O sea, vamo arriba, Cabrera) al esnobismo que da un poco de asquito (“Escondido”, creo que era ése, se lo dedica a SU CABALLO) y hay indignación urbana culturosa light (“Cine religión” es un berrinche faciloide sobre los pentecostales que compraron los cines de barrio -¿y capaz el Plaza?- que se fundieron y vendieron porque no iba ni el 8% de la gente que se quejó después).

Está bien, hay dos maneras de seguir a un freak. La primera es la de Los Problems tocando con Daniel Johnston hace unos meses, o sea, estar preparado para todos los errores de un raro impredecible; la otra es ceñirse a las reglas de un plan perfectamente estructurado de un freak enfermo y estructurado, y ésa es la banda de Cabrera: músicos académicos. Muchas partituras y poca sangre. Hasta las improvisaciones están cronometradas, como un monito que hace piruetas creativas en su jaula del zoológico. Como los Ibarburu, que estoy seguro de que son tres copias de un mismo robot. Todo lo cálido, que lo hubo, estuvo más a cargo del cantante-guitarrista, ése que le saca el mejor jugo cuando toca solo, que de los androides que en sus tubos de lubricación interna no tienen una gota de rock (por ejemplo, el rock deforme de aquél Cabrera que cantaba desprolijísimo las mejores de sus letras en el discazo El tiempo en la cara, que salía un año antes de que naciéramos yo y amiga que me invitó, que nació el mismo día. Discazo y no discún, por favor. Dejen de usar modismos radiales inventados por gente joven que se acomodó en sus dos o tres ideas e inventen algo de una puta vez. Pero ojo que no soy un fan viejo indignado: lo disfruté mucho el año pasado en La Trastienda). Y qué bien que lo siguen, pero eso, eso, eso es justo lo que está mal.

También lo siguió el público. La bajada eterna por las escaleras eternas me dio para observar y escuchar: “Qué bueno que estuvo. ¿Vamos a La Pasiva?”. A la salida la gente se quedaba conversando como si tuviera vino pero sin vino. Raro, pero supongo que son las cosas que se hacen en un hall cuando no hay canapés. Muchos pendejos que seguro van a entender a Cabrera en años o nunca, una abuela en silla de ruedas rodeada por su familia que le exigía alegría, un par de parlamentarios. Más que emoción vi gente con muchas ganas de emocionarse como si hubiera salido de ver Whisky y se sintiera que tiene que sentir que vio una gran película; ganas frías y capaz inconcientes pero calculadas, aunque no por eso menos válidas. Hay gente que sólo disfruta de lo calculado. Yo más o menos. La sensación es la de haber visto a un artista enorme en un lugar enorme, y de que eso no siempre alcanza.

Yagami


*El experimento: tomarle el pelo a la centroizquierda adinerada, porque tienen plata y es más gracioso. ¿No?

viernes, 13 de septiembre de 2013

la noche del mono

Fecha: Sábado 7 de setiembre, 2013
Bandas: Los Dinámicos (Sauce) / Amazing One Man Band (Rivera) / Wasted Pio (Italia)
Lugar: Centro de Artes Escaparate (Sauce)

La lluvia se metía en los zapatos, en los pantalones, en la pija en todas partes. Ya me había empapado hasta el apellido hacía unas horas. Me quedaba sólo un pantalón seco (de los dos que tengo en total), y lo quemé el sábado.

Allí fuimos los cuatro chantajes (S, B, F , y yo), uno acurrucado en cada uno de los asientos del fondo del Casanova. Poca gente, algún trabajador que volvía para la casa se vio molesto por las discusiones del abuso policial, del rock en crisis y el punk que era y que ya no es.
     
El plan de la semana era ir a ver alguna buena banda en un lugar que no sea el de siempre. La idea era ir, conocer. Así lo propusimos desde un principio. Que fuera una aventura. Eran las ocho de la noche, la lluvia no menguaba y yo dudé por un momento. Salir de Montevideo en pleno aguacero? Lo mejor que se podría hacer. Si nos quedábamos iba a ser la misma porquería, nombre perfecto de banda punky noventera.
Nos bajamos en la plaza principal de Sauce. B agarró el mapita que tenía hecho con lapicera donde figuraban manzanas y calles y locales más destacados y una línea trazada del mismo color que recorría el tramo de la parada: unas dos cuadras y media hasta el sitio en cuestión. F se lo había sugerido por precaución, según él mismo, mientras S miraba desconfiada hacia las calles de la ciudad que se abrían a nuestros ojos vírgenes de Sauce. Habíamos llegado a la tierra de Artigas, una de ellas, al menos. Nuestra amiga P, mudada hace poco a las afueras de la ciudad, más tarde nos contaría que todo lo que comprende Sauce y alrededores fueron tierras propiedad del abuelo de Artigas. Que cuando ella vio los papeles de propiedad de su casa, al comprarla, figuraba Artigas abuelo en los primeros nombres de la lista de propietarios. Una lagrima patria recorría su mejilla al mencionarnos esto. Nosotros no pudimos más que bajar la mirada.

Preguntamos dónde comprar tabaco y alcohol. Nos hablan de un ciber que está abierto toda la noche. Hacia allí fuimos. El cíber tenía toda la pinta de boliche trasnochado, pero lleno de adolescentes metidos, embutidos en cubículos a puro youtube facebook. Eso era una sala polifuncional como les gusta decir a los técnicos de la recreación. Ya que era kiosco-ciber (como casi todos) pero aparte tenía un pool y en el piso de arriba un bowling y mesa de black jack y pócker, quizás una ruleta. Difícil saberlo, porque nunca alcanzamos a subir. En la puerta del ciber dos guachis nos siguen unas cuadras hasta un carro de panchos y nos invitan a un baile más allá de la oscuridad a F y a mí,  a lo que le decimos que imposible, que nosotros viajamos tantos kilómetros bajo lluvia para llegar a tiempo a un toke, que en otro momento, que quizás mas tarde, que no desesperen que hay muchos montevideanos que les gustaría irse al lado oscuro con ustedes después de un pancho largo. Había una extraña triangulación toque-ciber-plaza principal que tenia por centro la comisaría del pueblo. Al pasar por allí oímos gritos desde adentro. Un hombre pidiendo su libertad, haciendo sonar estruendosamente lo que parecían grilletes o un termo contra una reja de celdario aunque es poco probable que el reo estuviera pidiendo por agua caliente. Cómo nadie hacía nada. El abuso policial también ha llegado a Sauce, pensé para mis adentros, ya que si lo hubiera dicho alguien me hubiera caído con que es una cama al bicho Bonomi.

El tipo siguió gritando durante una hora más. Volvemos a lo nuestro que no es el periodismo investigación sino el ejercicio pajero e inocente de escribir sobre toques.
El centro cultural de Sauce se nota poco usado, o al menos bien cuidado. LMQET habló con la bartender del centro cultural que confirmaron que la asistencia al centro era “escaza e intermitente, como mucho intempestiva”. Pero que “hace algo así como un año en un toque de Los dinámicos se llenó llenó y no entraba un alma”. La chica hablaba como de tiempos inmemoriables con la mirada perdida en algún punto del techo. Era bonita y tenía un piercing en la cara, aunque ella en sí lucía muy formal, poco confianzuda, muy seria, como debe ser.  
El lugar, que era un viejo edificio reciclado con un escenario y butacas de teatro para la asistencia, se iba poblando poco a poco por amigos y familiares que se iban posicionando en las butacas con la cerveza o el whisky o lo que fuere.

Doce en punto arranca Amazing One Man Band, desde Rivera, y lo hace pronunciando un parlamento que apela a la reflexión en torno al ser de frontera y los conflictos inmanentes que acarrea el estar tan cerca del otro enemigo, y el otro vecino. Pero nada de esto se puede comprobar por  su natural dificultad para hablar un español claro, la máscara de lucha libre que llevaba puesta tapando su boca y dificultando su ya de por sí difícil pronunciación y el megáfono pegado con cinta escoch al micrófono para cantar. Sabemos que balbuceó algo de la frontera, de Libia o Siria o la India y que la gente de allí (seguramente fronterizos) lo aplaudieron acaloradamente como si se tratara de un manifiesto.

El concierto en sí, fue una ola de energía que salía de los gritos y frases desgarradas e incomprensibles del enmascarado hombre orquesta que prácticamente le pegaba a la guitarra con una mano y le encajaba un cilindro metálico con la otra. Melodías cancinas repetitivas algo siniestras. Un hombre que hacía de dos y aparte, al finalizar cada tema, cual alacrán, se festejaba  tirándose bolitas de espuma plast a sí mismo y haciendo reverencias al público. De los mejores temas fue Your ass que incitó a que un personaje saliera de un telón negro detrás del escenario a tirar más bolitas de espuma plast lo que produjo entonces una lluvia de espuma plast en bolitas. Casi al final un hombrecito de gorro empieza a tocar la teclas de un piano que estaba al fondo, se sube un hombre con una bolsa de papel en la cabeza. El mono se convierte en trío. el hombre cara de bolsa tenía dos pequeñísimos agujeros para ver (cosa que no hizo ya que caminaba por el escenario tanteando los objetos tropezándose con cables y artefactos seguramente puestos allí para que el hombre cara bolsa de bizcochos se tropezara) y comienza, con vergüenza a tocar frenéticamente melodías en un torturado theremin, o comienza a tocar tortuosamente melodías frenéticas en un vergonzoso theremin, o algo así. Mientras el piano improvisa e improvisa. Lo que sí eran melodías siniestras extraplanetarias que resonaron y retumbaron en todo el recinto cultural que pasó a ser esquizocultural.

Interludio. Luego de unas tonadas rockavilleras y algunos cigarros se trepa al escenario Wasted Pio, el One man band italiano. En sus canciones predominaba el rasgueo fuerte y sucio, y letras que hablaban de la vida y la muerte. O cómo es la vida y la muerte para un joven napolitano. A pedido del público este ragazzo hace una interpretación de back in black más digerible que la de los AC/DC, para luego tocar Judy is a punk rocker de los ramones a pedido de S, que estaba al lado mío y pedía ese tema al finalizar cada canción. Este joven italiano no tenía mascara pero si trajo su novia italiana que lo grababa en un aparatito extraño colgado de un atril de suero, de donde colgaban unos audífonos. Justo este suero-grabador estaba instalado al lado de mi butaca, por lo que pude degustar de algunas canciones con los auriculares puestos que estaban en mono. Finalmente me saqué los auriculares por lo pelotudo y por lo paloma.    

De los Dinámicos nada se supo. Cinco simios coparon el escenario. Agarraron los instrumentos y tocaron las canciones de la banda. Al parecer se habían aprendido bastante bien los temas, ya que los ejecutaban con gran soltura, hasta mejor que los propios dinámicos. Otro aspecto a destacar es que lograron erguirse como verdaderos humanos y lograron el habla castellana al dedillo, mucho más claramente incluso que el Amazing. Estos simios hicieron un repertorio realmente bueno, con mucha potencia y cargado del entusiasmo propio de primates brindando un espectáculo para humanos. Al ser locales se notaba al público más confianzudo y bromista. Se podían oír los gritos de desesperación desde el fondo. Tan bien sonaban que no pude hacer otra cosa que pararme a mover un poco la pata cometiendo el segundo acto desubicado de la noche, ya que todo el público permanecía sentado en sus butacas como adheridos por una fuerza más potente que la tracción misma de la tierra que era la fuerza del Pepe Artigas. Esto es una contradicción. Lo sé. Hay que bailar más, fue lo que pensé, por eso no me desanimé y seguí ahí adelante hasta el final, mismo.

El toque termina bien. Las familias y juventudes treintagenarias se empiezan a dispersar en la noche Suaceña, ya sin reos que chillen, sea por libertad, agua caliente o por palo nomás. Con los excesos propios de la música reverberante que nos dio la noche, nos movemos hacia la parada del Casanova. Nos queda volver a la capital de nuevo, de nuevo al aplastamiento habitual de la urbe, nuestro amor, está contaminado.

Con una llovizna persistente, incansable, junto a B, S y F nos subimos al inter sólo para nosotros, salvo por un pibe que se volvía a su casa frustrado porque no lo habían dejado entrar al baile porque llevaba camiseta de fútbol, que luego se cambió en lo de un amigo y que lo volvieron a rebotar por los championes y así tres veces hasta que desistió. Lo que tenía que cambiar, finalmente, era la cara, según sus comentarios. Patovicas hijos de puta.      

Fin

dejo un video aqui

jueves, 5 de septiembre de 2013

El under desde las cuevas de Olesker

Fecha: Jueves 29 de agosto
Lugar: INJU (Expo Muy Bueno Sote)
Bandas: Los Zalvajes, Oneill, Los Mostachos, Julen y la Gente Sola, La Nelson Oliveira

Mainstream. La palabra es buenísima porque no es tan útil para definir nada pero da muchos datos sobre la persona que la está usando. Mainstream siempre es el otro. Es un adjetivo que se usa en tercera y en segunda persona pero nunca en primera, aunque “Yo soy mainstream sería un buen título para una canción o un disco de Comunismo Internacional.
Los mainstream, supongo, no se reconocen a sí mismos en el término o lo viven con vergüenza de pedófilo. Los que lo usan (¿los under?) se enojan cuando uno pide una definición sin dar ejemplos -más si es un mainstream el que lo hace- y tienen discusiones sobre qué queda adentro y qué no, y casi nunca están de acuerdo. No está mal: algunos términos no sirven para definir sino para generar un problema, discutir, mantener la cosa en movimiento. La mayoría de las veces la palabra se usa con el odio de un tumbero con un corte, y eso no está necesariamente mal. Nunca subestimemos el poder del odio.
Odio justo no es lo que mueve a la gente de Estampita Records. A diferencia del under Fernández Crespo, esta gente no quiere romper vidrieras del McDonald’s (imagen: Fede Julen con un cóctel molotov en la mano. No, claro que no) sino más bien que caiga el Uni y haga un dibujo deforme en el vidrio sobre lo divertido que es el capitalismo. Porque, digamos la verdad: los radicales son pollos sedientos de embole. Cuenta la leyenda que en verano de 2009 hubo un trotskista que se divirtió pero, como en los mejores capítulos de Los Archivos X, no hay testigos. La revolución puede ser permanente, imposible o silenciosa, pero nunca divertida.
El INJU, el lugar menos joven de Montevideo. Es la idea de lo que los viejos piensan que a los jóvenes les gusta, hecha arquitectura. Fachada violeta y con lunares que repelen a cualquier portador de buen gusto, si no fuera porque ahí se sacan boletos o tocan algunas bandas de la movida. Techos altos, como para colgar telas de colores y para licuar cualquier posibilidad de buen sonido. Tuvo mucho que ver el sonidista, que puso todo su empeño y profesionalismo en lograr que todo sonara como el orto.
Los Zalvajes directamente no sonaron, al menos no desde el ómnibus que se empecinaba en hacerme llegar tarde. Puedo decir que tienen a la bajista con más actitud (sorry, Agustina Fuegoenelaire) y al mejor tecladista/sinteticista de la vuelta, un tipo amante de las melodías cíclicas y los timbres chillones. En el  Cañaveral, hace un par de meses, el cuarteto dio un show energético y parco, sin ser herméticos como los (coma), con un par de homenajes y el retraimiento de los músicos que buscan hacer cosas para oídos difíciles. Tienen eso de cantar medio poco porque -como The Supersónicos- las ideas son muchas. En eso -ni ahí en lo musical- tienen gestos en común con poca cosa de las que hay en la vuelta, pero seguro estarían contentos de aparecer en la misma oración que Chicos Eléctricos.

Después vinieron Los Mostachos. Oscuros pero no dark, hay Velvet, The Clash y Sonic Youth en el ADN de esta banda de hermanos. Piki zapatea sobre su extensa colección de pedales y canta melodías robóticas y cuadradas al borde de lo hablado, con un inglés imperfecto, sobre lunas rojas, Kafka y tazas de té rotas, todo con un toque como de fotos analógicas sacadas con rollos que se agarraron hongos (o de Instagram, el equivalente para los portadores de Nokia 1100 con linternita). Hay un aire de paisajismo o de sonido de película detrás de esa muralla china de ruido a la Joy Division. Martina, la baterista que más infringió el Código de la Niñez y la Adolescencia con su ingreso a lugares complicados, está creciendo. Apalea los parches cuadradito, con una torpeza encantadora y hasta hipnótica que se parece a la forma de tocar de Pixy, de Millones de Casas con Fantasmas. Piki es un virtuoso pero no de la velocidad sino (como un Joey Santiago) en mecanismos de torturar la guitarra. La mezcla es discordante y complementaria, como siempre son los hermanos. Igual tampoco los vi en la Expo, ocupado en la consecución de un vino de segundo envasado y de cosas para comer de las que vienen en bolsitas, incluyendo una de granola con banana disecada que fue devuelta a las góndolas del Iberpark porque costaba más que nuestras vidas. 

(ESTA PARTE DEL POST SE A CENSURADO FDLGNRKFBGLKHFGBLFDKGLHBDFHLGFBGKBDLKGBKLJFBKLGJBFDLKJGBJKFBLGJKBDFLKJGKLBNDFLKGFJKBGJKLFHJGHDFJKHGJKFHKLGHLFKDHGJKFHGJHFLKJGHLKJFHGJHFDJLHGHFLHGLKFHGLJKHFJKGHJFLHGJHFJGHJDHLSHFJKHGLKFHLGKHLKFJHGKJLHLKJHFJKGHLKHGKLJ)


Del amor entre hinchas y bombos al amor entre bancos y adscriptas: Julen y la Gente Sola no la rompió como en el Cañaveral. La voz de Fede se perdió entre acoples y la bata de Marcelo, que cada vez toca mejor. Me imagino que el resultado debe haber sido poco amistoso para los que no conocían a la banda, pero bueno: jódanse por no conocer a la banda. No es difícil: tocan mucho y graban poco. Hasta que las 10 canciones que están registrando con Ezequiel Rivero no salgan, sólo tenemos unos videos en Youtube y los temas solistas de Fede (“Larry García” -la canción con mejor performance actoral en vivo y con el peor tecladista invitado- está por la web a nombre de la banda pero es una trampa: la grabó él solo), que pasean entre guiños pop noventeros (“Creo que te amo” es el mejor ejemplo) e historias llenas de amor y timidez, de enamoramientos casuales (“Trotsky Vengarán”, “La chica de mantenimiento”) y de citas involuntarias a Xavier Dolan a cargo de una de las lapiceras más honestas del indie montevideano. Esta parte de 2013 lo encuentra menos bajonero, no tan “túnel del tiempo, quiero volver al pasado” (el lado depresivo que nos gusta porque somos depresivos) y más tan feliz que podría bailar.
Por último, La Nelson. Otra banda que nunca musicalizaría una campaña del Mides porque Tania Ramírez va a bailar a Azabache pero nunca pisaría a la casa del Demian. Me imagino a Olesker entrando al INJU a ver qué onda justo cuando suena el estribillo “hay que legalizar la pasta”. Un disco esquizofrénico, coincidimos con el Demian sobre De terodáctilos y flores. La Nelson se mueve por asociación libre, como los pensamientos de un epiléptico en pleno ataque. Degenerado (hasta la imagen “quiero ver una concha adentro de otra concha”, más perturbadora que los esfuerzos escatológicos de “Hoski no”), impredecible, ordinario, el Hoski es capaz de arengar a la gente para que se afilie al MPP o de chupar a un bebé de plástico sin brazos. O de las dos cosas a la vez. El Hoski seguro no es capaz de cualquier cosa, pero mientras dura el toque uno no puede más que creer que sí. Sin los diálogos un poco molestos del disco sale a la luz que La Nelson es una buena banda. Clásica, riffera, como la música a la que le toma el pelo, al punto de que un despistado podría confundir ironía con homenaje.
¿Estuvo bueno o no? Es difícil. Para la gente de Estampita fue un quiebre, claro. Para los que andamos rondando fue verlos a todos tocar juntos por primera vez y, aunque no hubo mayores sorpresas se sabe que es un paso importante hacia el sote. Una prueba de que también saben hacer la parte aburrida: lo que no es tocar, y todo para que sus amigos pasemos bien y, claro, para alimentar el ego. Nunca, nunca subestimemos tampoco el poder del ego. Los otros que fueron a ver el toque, los no iniciados, pobres ellos, no deben haber entendido nada. Mejor. Porque todos somos egoístas y queremos que la Expo sea para un grupo reducido de gente y que nadie conozca a las bandas, porque ya sabemos que el mainstream es malo.

Yagami Light