Fecha: Sábado 7 de setiembre, 2013
Bandas: Los
Dinámicos (Sauce) / Amazing One Man Band (Rivera) / Wasted Pio (Italia)
Lugar: Centro de Artes Escaparate (Sauce)
La lluvia se metía en los
zapatos, en los pantalones, en la pija en todas partes. Ya me había empapado hasta el
apellido hacía unas horas. Me quedaba sólo un pantalón seco (de los dos que
tengo en total), y lo quemé el sábado.
Allí fuimos los cuatro chantajes (S, B, F , y yo), uno
acurrucado en cada uno de los asientos del fondo del Casanova. Poca gente,
algún trabajador que volvía para la casa se vio molesto por las discusiones del abuso policial, del rock en crisis y el punk que era y que ya no es.
El plan de la semana era ir a ver
alguna buena banda en un lugar que no sea el de siempre. La idea era ir,
conocer. Así lo propusimos desde un principio. Que fuera una aventura. Eran las
ocho de la noche, la lluvia no menguaba y yo dudé por un momento. Salir de
Montevideo en pleno aguacero? Lo mejor que se podría hacer. Si nos quedábamos
iba a ser la misma porquería, nombre perfecto de banda punky noventera.
Nos bajamos en la plaza principal
de Sauce. B agarró el mapita que
tenía hecho con lapicera donde figuraban manzanas y calles y locales más
destacados y una línea trazada del mismo color que recorría el tramo de la parada: unas dos cuadras y
media hasta el sitio en cuestión. F
se lo había sugerido por precaución, según él mismo, mientras S
miraba desconfiada hacia las calles de la ciudad que se abrían a nuestros
ojos vírgenes de Sauce. Habíamos llegado a la tierra de Artigas, una de ellas, al menos. Nuestra amiga P, mudada hace poco a las afueras de la ciudad, más tarde nos contaría que todo lo
que comprende Sauce y alrededores fueron tierras propiedad del abuelo de
Artigas. Que cuando ella vio los papeles de propiedad de su casa, al comprarla,
figuraba Artigas abuelo en los primeros nombres de la lista de propietarios. Una lagrima patria recorría su mejilla al mencionarnos esto. Nosotros no pudimos más que bajar la mirada.
Preguntamos dónde comprar tabaco
y alcohol. Nos hablan de un ciber que está abierto toda la noche. Hacia allí
fuimos. El cíber tenía toda la pinta de boliche trasnochado, pero lleno de
adolescentes metidos, embutidos en cubículos a puro youtube facebook. Eso era
una sala polifuncional como les gusta decir a los técnicos de la recreación. Ya
que era kiosco-ciber (como casi todos) pero aparte tenía un pool y en el piso
de arriba un bowling y mesa de black jack y pócker, quizás una ruleta. Difícil
saberlo, porque nunca alcanzamos a subir. En la puerta del ciber dos guachis
nos siguen unas cuadras hasta un carro de panchos y nos invitan a un baile más
allá de la oscuridad a F y a mí, a lo
que le decimos que imposible, que nosotros viajamos tantos kilómetros bajo
lluvia para llegar a tiempo a un toke, que en otro momento, que quizás mas
tarde, que no desesperen que hay muchos montevideanos que les gustaría irse al
lado oscuro con ustedes después de un pancho largo. Había una extraña triangulación toque-ciber-plaza principal que tenia por centro la comisaría del pueblo. Al pasar por allí oímos gritos desde adentro. Un hombre pidiendo su libertad, haciendo sonar estruendosamente lo que parecían grilletes o un termo contra una reja de celdario aunque es poco probable que el reo estuviera pidiendo por agua caliente. Cómo nadie hacía nada. El abuso policial también ha llegado a Sauce, pensé para mis adentros, ya que si lo hubiera dicho alguien me hubiera caído con que es una cama al bicho Bonomi.
El tipo siguió gritando durante una hora más. Volvemos a lo nuestro que no es el periodismo investigación sino el ejercicio pajero e inocente de escribir sobre toques.
El centro cultural de Sauce se
nota poco usado, o al menos bien cuidado. LMQET
habló con la bartender del centro cultural que confirmaron que la asistencia al
centro era “escaza e intermitente, como mucho intempestiva”. Pero que “hace
algo así como un año en un toque de Los dinámicos se llenó llenó y no entraba
un alma”. La chica hablaba como de tiempos inmemoriables con la mirada perdida
en algún punto del techo. Era bonita y tenía un piercing en la cara, aunque
ella en sí lucía muy formal, poco confianzuda, muy seria, como debe ser.
El lugar, que era un viejo
edificio reciclado con un escenario y butacas de teatro para la asistencia, se
iba poblando poco a poco por amigos y familiares que se iban posicionando en
las butacas con la cerveza o el whisky o lo que fuere.
Doce en punto arranca Amazing One
Man Band, desde Rivera, y lo hace pronunciando un parlamento que apela a la
reflexión en torno al ser de frontera y los conflictos inmanentes que acarrea
el estar tan cerca del otro enemigo, y el otro vecino. Pero nada de esto se
puede comprobar por su natural
dificultad para hablar un español claro, la máscara de lucha libre que llevaba
puesta tapando su boca y dificultando su ya de por sí difícil pronunciación y
el megáfono pegado con cinta escoch al micrófono para cantar. Sabemos que
balbuceó algo de la frontera, de Libia o Siria o la India y que la gente de
allí (seguramente fronterizos) lo aplaudieron acaloradamente como si se tratara
de un manifiesto.
El concierto en sí, fue una ola
de energía que salía de los gritos y frases desgarradas e incomprensibles del
enmascarado hombre orquesta que prácticamente le pegaba a la guitarra con una
mano y le encajaba un cilindro metálico con la otra. Melodías cancinas
repetitivas algo siniestras. Un hombre que hacía de dos y aparte, al finalizar
cada tema, cual alacrán, se festejaba tirándose bolitas de espuma plast a sí mismo y
haciendo reverencias al público. De los mejores temas fue Your ass que incitó a
que un personaje saliera de un telón negro detrás del escenario a tirar más
bolitas de espuma plast lo que produjo entonces una lluvia de espuma plast en
bolitas. Casi al final un hombrecito de gorro empieza a tocar la teclas de un piano que estaba al fondo, se sube un hombre con una bolsa de papel en la cabeza. El mono se convierte en trío. el hombre cara de bolsa tenía dos pequeñísimos agujeros para ver (cosa que no hizo ya que caminaba por el
escenario tanteando los objetos tropezándose con cables y artefactos
seguramente puestos allí para que el hombre cara bolsa de bizcochos se
tropezara) y comienza, con vergüenza a tocar frenéticamente melodías en un
torturado theremin, o comienza a tocar tortuosamente melodías frenéticas en un
vergonzoso theremin, o algo así. Mientras el piano improvisa e improvisa. Lo que sí eran melodías siniestras
extraplanetarias que resonaron y retumbaron en todo el recinto cultural que pasó a ser esquizocultural.
Interludio. Luego de unas tonadas
rockavilleras y algunos cigarros se trepa al escenario Wasted Pio, el One man
band italiano. En sus canciones predominaba el rasgueo fuerte y sucio, y letras
que hablaban de la vida y la muerte. O cómo es la vida y la muerte para un
joven napolitano. A pedido del público este ragazzo hace una interpretación de
back in black más digerible que la de los AC/DC, para luego tocar Judy is a
punk rocker de los ramones a pedido de S,
que estaba al lado mío y pedía ese tema al finalizar cada canción. Este joven
italiano no tenía mascara pero si trajo su novia italiana que lo grababa en un
aparatito extraño colgado de un atril de suero, de donde colgaban unos
audífonos. Justo este suero-grabador estaba instalado al lado de mi butaca, por
lo que pude degustar de algunas canciones con los auriculares puestos que estaban en mono.
Finalmente me saqué los auriculares por lo pelotudo y por lo paloma.
De los Dinámicos nada se supo.
Cinco simios coparon el escenario. Agarraron los instrumentos y tocaron las
canciones de la banda. Al parecer se habían aprendido bastante bien los temas,
ya que los ejecutaban con gran soltura, hasta mejor que los propios dinámicos.
Otro aspecto a destacar es que lograron erguirse como verdaderos humanos y
lograron el habla castellana al dedillo, mucho más claramente incluso que el
Amazing. Estos simios hicieron un repertorio realmente bueno, con mucha
potencia y cargado del entusiasmo propio de primates brindando un espectáculo
para humanos. Al ser locales se notaba al público más confianzudo y bromista.
Se podían oír los gritos de desesperación desde el fondo. Tan bien sonaban que
no pude hacer otra cosa que pararme a mover un poco la pata cometiendo el
segundo acto desubicado de la noche, ya que todo el público permanecía sentado
en sus butacas como adheridos por una fuerza más potente que la tracción misma
de la tierra que era la fuerza del Pepe Artigas. Esto es una contradicción. Lo
sé. Hay que bailar más, fue lo que pensé, por eso no me desanimé y seguí ahí
adelante hasta el final, mismo.
El toque termina bien. Las
familias y juventudes treintagenarias se empiezan a dispersar en la noche
Suaceña, ya sin reos que chillen, sea por libertad, agua caliente o por palo nomás. Con los excesos propios de la música reverberante que nos dio la
noche, nos movemos hacia la parada del Casanova. Nos queda volver a la capital
de nuevo, de nuevo al aplastamiento habitual de la urbe, nuestro amor, está contaminado.
Con una llovizna persistente,
incansable, junto a B, S y F nos subimos al inter sólo para nosotros, salvo por un pibe que se
volvía a su casa frustrado porque no lo habían dejado entrar al baile porque
llevaba camiseta de fútbol, que luego se cambió en lo de un amigo y que lo
volvieron a rebotar por los championes y así tres veces hasta que desistió. Lo
que tenía que cambiar, finalmente, era la cara, según sus comentarios.
Patovicas hijos de puta.
gran crónica, sigan así muchachos!
ResponderEliminarQue vuelva Yagami, esta crónica no va a producir bardo.
ResponderEliminarbuena pluma!
ResponderEliminaryo. the name is wasted pido! not wasted pio... like padre pio..
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