Lugar: Café la diaria Lugar: Solitario Juan
Fecha: Miércoles 6 de abril Fecha: Jueves 7 de abril
Bandas: Dead Elvis and his one man grave Bandas: Dead Elvis and his one man grave The great Munzini & the astonishing Soto´s Fabulous gogo boy from Alabama
I.
Mi bici se pinchó así que salgo caminando. En la intendencia encuentro a Aliosha. Canutito, whiski y pa abajo por soriano. Desde enfrente - nuestro punto natural de observación- jugamos a reconocer gente mientras aprovecho las imágenes de afuera. Encontramos a la farándula surf local, un supersónico y un ultraman. Estamos un poco confundidos sobre las bandas que tocan. Yo lo vi en la diaria y él en Montevideo com. Él ya vió al Amazing one man band antes y ambos estamos entusiasmados por verlo ahora. Llega más gente y en la pared de la diaria puede verse proyectado un documental. El afiche en el pizarrón en la vereda advierte algo de “rock” “beatnicks” y “montevideo”. Algunos cruzan a quebrar nuestra pseudo-alienación. Llegan los vaskos. Debo confesar que los hemos engañado. Les hemos hecho creer, invitación tras invitación, que en esta ciudad siempre está sucediendo algo. Pero en realidad, son olas esporádicas. Y cuando suceden, lo más sensato que puede hacerse es seguirlas. Nada va a durar lo suficiente.
¡Namasté! gritan en el escenario. Un guitarrista de cada lado y en el medio el batero parado, sólo con chancha y redoblante. Todos llevan un turbante naranja en la cabeza. Ahí nos enteramos que The great Munzini & the astonishing Soto´s iba a tocar. Empiezan y todos nos animamos. Nos gusta. Bailamos. Miro al batero que toca y baila, mueve los pies, hace gestos, es el elegido de la atención. En la pared se proyectan imágenes de una película. Es un perro andaluz, me dicen.
Adelante bailan pocos, salvo una que tambalea borracha un par de veces, robándose el espectáculo. Finalmente cae en el escenario, tira micrófonos y desconecta conexiones. Es levantada y sigue girando pero no nos olvidemos de ella, como dice Aliosha.
El demonio rojo se suma, ataviado de turbante también y empieza a hacer magia con las manos. Los ojos fijos, concentrados en las antenas pegadas a esa caja de madera, como si estuvieran llevando a cabo una lucha de control mental ente hombre y máquina. ¡Es un Theremin! me grita el vasko emocionado. Entre la música escucho algo de un inventor ruso del mismo nombre, sobre la URSS y Lenin y sigo bailando. El amplificador deja de funcionarle al indio más barbudo que la pilotea a puro baile, con el micrófono en una mano y un pollo de plástico en la otra. Todos aplaudimos a la banda cuando termina. Ahora mientras escribo, pienso que en realidad, son los tres amazings tocando juntos: el local, el holandés y el brasilero, y esa idea me gusta más.
La música de Odisea del Espacio suena fuerte y desde el fondo aparece Dead Elvis, vestido como tal, con el traje entero blanco y careta. Saluda a los concurrentes de adelante, prueba los instrumentos y arranca. Toca y para. Tiene un mambo con los amplificadores que va enfriando la expectativa inicial. Cambia de cables. Arranca de nuevo. Para y habla. Habla abundante, siempre en inglés, hace preguntas, espera reacciones. No contaba con el decoro y la amargura de los locales, así como tampoco con la distancia que generó la diferencia idiomática, porque la mayoría no entendía un cuerno. Tampoco era tan difícil darse cuenta de lo que quería, una vez que había repetido varias veces U-i-a-a!!. Tan sólo nuestra queridísima vaska, copada con el toke respondió imitándolo (y doy fé que no habla inglés, eh). Elvis emocionado, la invitó a golpear en su tumba cuando ella quisiese. Nuestra tambaleante borracha de más arriba, al terminar el toke o tal vez ocasionando el fin del mismo, atravesó la puerta del lugar de una patada. Los que estaban afuera remarcaban la imagen imperdible de la susodicha luchando por sacar el pie de entre los vidrios rotos. Un poco de conmoción, la música que demoraba en arrancar y la noche que se diluyó entre el fin de Dead Elvis, el vidrio roto y la aparición de una patrulla y un milico tomando fotos a la puerta rota.
II.
Jueves. Camino porque todavía no arreglé el pinchazo. Como aún no son las 23 y tampoco quiero llegar primero, voy por 18 bajo una lloviznita de humedad. Una morriña que sorprendió a todo mundo. No hay demasiado en la vuelta, pero voy medio colgada tras matar ese último canutito.
En las maquinitas cerca de la Plaza Libertad, un grupito de pendejitos tapados de mugre y faltos de todo lo demás, rodean una maquinita. En realidad hay uno solo sentado en lo que simula ser un auto de carrera y los otros, más chicos, lo cercan conversando bajo mientras en la pantalla un cartel dice “insert coin”. Algunos artesanos, creo que los últimos reprimidos y desalojados, encontraron la veta de que en la noche no hay comerciante ortiva que los denuncie ni municipal que zafe de dormirse en su plácido sueño estatal.
En el boliche, me mezclo entre los que están afuera. Encuentro a éste y aquella y compartimos whiskis y tabacos, incluso una mesa. Unos golpes de bombo empujan a la gente a entrar. Pachorra mediante, me acuerdo que quiero ver al Alabama boy y sacarle alguna foto. Un señor, Alabama. Flaco y más alto aún por su jopo, se reía de tal manera al empezar el tema que había que mirarlo. Su zapato de punta le daba fuerte a algo en el piso, una señal de tránsito convertida en instrumento, adosadas unas chapas o algo por debajo, que hacía las veces de redoblante y plato. Además un charles, bombo y la guitarra, obvio. Un par de temas y era imposible no pensar en los Cramps y bailar como un zombie punk.
Termina y todos aplaudimos. Mangueo un trago de cerveza, encuentro más conocidos y me cuelgo en la charla. Salimos todos a fumar. Le pido fuego a Dead Elvis y él me pide que llame a las que están conmigo, que no se deciden. Yo me quedo y lo converso. Boludeo, le pregunto algo del toke del día anterior y él responde con problemas de equipos. Me aburro un poco cuando llega la farándula rockabilly local - como el día anterior estaba la surf- Peyo Wild y Chucho Rockadicto se roban a Elvis a fuerza de tatuajes. Aparecen laKim y Rigotti que lamentan no haber visto al go-go boy pero tampoco tanto. Vamos a por otra petaca. Se ubican en un portal enfrente y ahí se quedarán.
Elvis empieza igual que el día anterior. Todos se apuran a entrar. Pachorra mediante me muevo sorprendida por la euforia general. Los concurrentes se apretujan frente al escenario. Habiendo entrado tarde y teniendo que trabajar para este blog, tuve que valerme de mi altura y mis codos más arriba de lo normal para superar cuerpos como estacas y caras de orto a mi paso.
Adelante el calor y el ahogo abundaban, mientras Dead Elvis se llenaba de cerveza, también cagado de calor. Aguanté un rato, pero al notar que la multitud aflojaba aproveché para salir. Escucho desde la puerta fumando y el toke suena mejor que el del día anterior, por lo menos sin cortes, salvo las tertulias en english que forman parte del espectáculo las vegas gira sudamericana.
Afuera me sumo a algunas conversas de nuevo. Esta vez se está más a gusto. Sin un puto porro, la borrachera entró cabalgando con el whisky. Me entero en la charla de la existencia de más one man bands y otras brasileras como Os Haxisins y Luizinho e seus dinamites. El tiempo me estafó y cuando quise acordar, el go-go boy y Elvis esperaban un taxi con sus guitarras y amplificadores. Todos se esfumaron. Antes de irse, el brasilero sacó unos discos de su mochila. Nadie los agarró mientras yo reaccionaba y agradecía. Un regalo para la música, pensé. Pero mejor, en el correr de la semana van a aparecer subidos en este blog amigo para no pisarnos los rubros. Ellos se van y yo también. Cuando pego la vuelta por el kallejón me doy cuenta que no tengo la bici porque pinché y que debo caminar porque el pinchazo sigue ahí.
vivan las onemanbaNDgaragesurf!
ResponderEliminarde lo nuevo de ahora es lo más novedoso y gratifikante
agur!
lo mejor que hubo en el año... y me quedo corto
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