sábado, 21 de septiembre de 2013

La gente que atraviesa los horizontes

Banda: Los Extranjeros
Lugar: Cantina del club de bochas del Parque Rodó
Fecha: 12/7/2013

Resulta que un día el cantante y el guitarrista de Malpaso se cansaron de tocar en una banda de rock, largaron todo a la mierda y armaron un dúo folklórico. Ese dúo se llama Los Extranjeros y sacaron un disco buenísimo este año.

Fuimos a verlos a la cantina del Club de Bochas un jueves lluvioso de julio. Los tipos son buenos: tocan en un antro sin amplificación un día de lluvia, te cobran cien pesos y vos vas, te mojás y pagás lo que haya que pagar chocho de la vida con tal de verlos.

Marco toca la guitarra y canta; Ignacio toca la guitarra, en algunos temas mete mandolina, en otros mete acordeón. Hacen música inspirada en viejos sonidos en desuso, sin sonar a imitación ni a parodia. Se siente más bien como un intento de continuar algo que quedó a medio hacer, una tradición interrumpida. Tocan cielos y vidalitas sin olvidar que son habitantes de ciudad.  Sus canciones están habitadas por personajes que se enfrentan al pasado, a las ausencias, al envejecimiento, a la certeza de la muerte. En fin, hablan de los temas de siempre, esos de los que no podemos escapar. Y saben cómo hacerlo sin que parezca que están diciendo lo que se ha dicho un millón de veces. Persisten en su música algunas viejas costumbres que estaban presentes en Malpaso: el gusto por el vals, la tristeza, los versitos tenebrosos (“Sobre la piel de la noche / viene la muerte bailando”).

 Suelen ser prolijos tocando pero esa noche no lo fueron tanto. Hubo errores y hubo que cortar una canción porque una guitarra estaba muy desafinada. No importó, por supuesto. Tocaron los temas del disco y unos cuantos más: uno de Lazaroff, dos con músicas propias sobre textos ajenos (uno de Borges, otro de María Elena Walsh) y una especie de polca fronteriza deforme y macabra con letra en portuñol.

Tras una breve pausa tocaron algunas canciones ajenas más, advirtiendo que eran temas que en realidad no estaban en el repertorio porque estaban poco ensayados. Salieron a la perfección, a diferencia de algunos de los temas bien ensayados que habían tocado antes.

Nos quedamos un rato sentados, saboreando lo que acabábamos de escuchar y bajándolo con vino. La gente del lugar puso unas músicas brasileras que poco y nada tenían que ver con el grupo que acababa de tocar ni con el ambiente que habían generado. Tampoco importó mucho eso, a decir verdad.


La lluvia paró. Emprendí el viaje de regreso pensando en lo triste que es que el folklore haya caído en manos de esa horda de terrajas y patrioteros que han hecho cosas tan feas con él. Los Extranjeros vinieron a recordarnos lo linda que puede ser esta música si se hace bien.

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