lunes, 16 de septiembre de 2013

Ver a un freak desde el paraíso

Fecha: Sábado 7 de setiembre, 2013
Solista: Fernando Cabrera
Lugar: Auditorio Nacional del Sodre

Ir al Auditorio es lo más opuesto a la travesía punk de ir hasta Sauce o Playa Pascual a ver un toque. Es una experiencia controlada y predecible como un viaje de la NASA. Falta esa épica, esa idea de que todo puede terminar de cualquier manera. (Acá alguien apunta que fue a un toque en Canelones y terminó tomando merca adentro de un ropero, y tengo que ponerlo porque le da la razón a mi tesis. Yo encontré entre los árboles del cañaveral una Vespa comida por el óxido y la poca bola pero creo que con algunas partes que relucían o con un aire que sugería que en una vida pasada había llamado la atención con su brillo de todos los pascualenses aburridos que la veían pasar por la calle principal. Yo sé sobre vidas pasadas porque esa noche fue en una vida pasada. Estuve tan contento que parece que entre esa noche y ahora me hubiese reencarnado en un alma no mejor ni peor pero sí más infeliz. Estuve tan contento y estoy hablando de más). En vez de un capítulo de Los Simpsons, el Auditorio es uno de Scoobie Doo. Y está bien, o si hacés un mínimo esfuerzo por ser un poco relativista está bien, porque la gente del Sodre, como los mejores blogs sobre toques, sabe cuál es su público, qué quiere y cómo dárselo.

El Auditorio tiene muchas escaleras. Metros y metros de escaleras. Kilómetros. Si uno tiene la entrada más barata, la más alta, tiene que calcular unos 5 o 10 minutos de margen para subir todo ese escalerío. Stairway to heaven o algo así, porque la platea se llama “Paraíso”, aunque nunca imaginé que el paraíso estuviera tan lleno de gente a la que alguna vez en su vida le gritaron socialdemócrata con tono de insulto. Y no se sintieron insultados. Gente que manda a sus hijos al Latino, o que fue al Latino, o que va al Latino, o que da clases en el Latino. Que tiene títulos universitarios, que habla suave y que sube las escaleras ídem. Mucha 2121, mucha Vertiente, mucho FLS. Probablemente eran yuppies en la época en que todavía se usaba la palabra. Hay abrigos que de lejos parecen de animales muertos pero de cerca se nota que son derivados del petróleo, porque algo de progresismo queda.*

No es lo mismo llegar tarde ahí que al Solís, que castiga a los que no llegan en hora dejándolos afuera (él, el Solís, o los acomodadores que son como cuerpos vacíos habitados por la conciencia de EL SOLÍS) hasta el próximo intermedio. El Adela Reta (la colorada que se opuso toda la vida a la baja de edad de imputabilidad junto a un Sanguinetti que después se daría vuelta con la excusa de adaptarse a los tiempos) tiene reglas raras: si uno llega tarde tiene una segunda oportunidad para entrar después del cuarto tema. ¿Por qué el cuarto? ¿Cómo lo deliberaron? ¿Quiénes? ¿Cómo hacen con las obras de teatro? ¿Y si la banda que toca hace todos sus temas más largos al principio y uno se pierde la mitad del toque?

Tocó Cabrera. Dijo en una entrevista hace poco que el éxito le había llegado tarde (ahora), y no sorprende tanto pero sí un poco, porque el tipo es un freak, y podemos creer que existen los freaks exitosos pero nunca vamos a entender cómo llegaron ahí. A ver: Jaime Roos le canta a la nena linda de la clase una canción que deja enamorada a la suegra, pero la nena después se chuponea con otro. El Negro Rada le bailotea y le toca un poco el repique a la nena linda de la clase y se la chuponea frente a los muchachos de la barra callejera. A la mina a la que Jaime le cantó, y por eso se pelearon. Y Cabrera agarra el bisturí del laboratorio de Biología y abre a la nena al medio para ver qué tiene adentro. La nena linda, claro, es la patria. Viva la patria se llama el disco que presentó Cabrera. Un obsesionado por la historia, un casi profesor de historia que le escribe una canción al tipo que amplió el Río de la Plata para que entraran los barcos, o que estudió su línea genealógica como para saber que sus bisabuelos eran del sur y escribir “Continuará”. Un tipo que le escribe una canción a un deporte gris como el ciclismo o a lugares tan emblemáticos como desagradables, como el Rosedal; nunca bizcochear o chistarle al guarda, sí los boliches de Garzón, sí las cloacas del Prado, porque pocas cosas nos definen mejor que nuestras partes más horribles. Yo conozco a una fernandina que empezó a entender a Cabrera cuando se mudó a Montevideo, y tiene mucho sentido. Cabrera, un artesano de la tristeza criolla de las radios AM. Un tipo con problemas para manejar su personaje púlbico. Un interesado en cosas que no le interesan a nadie, digamos, y esa nunca es gente que está de sobra.

Eso sí, todo demasiado prolijo, como el Auditorio. Las sorpresas del toque fueron mínimas: los solos roqueros de JP Chapital, los recitados en el medio de las canciones que parecen habérsele ocurrido a Cabrera después de que incorporó a sus presentaciones la lectura de los poemas de su libro/DVD Intro. En el resto lo que manda es la prolijidad de Cabrera: obsesiva, control freak. Estuvieron los clásicos (“Punto muerto” a cargo de Galemire -¿cuándo vamos a poder decir que no nos gusta su música sin sentimiento de culpa?-; “El tiempo está después”, que la gilada pide en los bises gritando “la calle Llupes”). De los temas nuevos, algunos rozan el populismo que da un poco de asquito (“Caminos en flor” va dedicada a todos los artistas populares, incluso a los que hacen malabares con limones en los semáforos. O sea, vamo arriba, Cabrera) al esnobismo que da un poco de asquito (“Escondido”, creo que era ése, se lo dedica a SU CABALLO) y hay indignación urbana culturosa light (“Cine religión” es un berrinche faciloide sobre los pentecostales que compraron los cines de barrio -¿y capaz el Plaza?- que se fundieron y vendieron porque no iba ni el 8% de la gente que se quejó después).

Está bien, hay dos maneras de seguir a un freak. La primera es la de Los Problems tocando con Daniel Johnston hace unos meses, o sea, estar preparado para todos los errores de un raro impredecible; la otra es ceñirse a las reglas de un plan perfectamente estructurado de un freak enfermo y estructurado, y ésa es la banda de Cabrera: músicos académicos. Muchas partituras y poca sangre. Hasta las improvisaciones están cronometradas, como un monito que hace piruetas creativas en su jaula del zoológico. Como los Ibarburu, que estoy seguro de que son tres copias de un mismo robot. Todo lo cálido, que lo hubo, estuvo más a cargo del cantante-guitarrista, ése que le saca el mejor jugo cuando toca solo, que de los androides que en sus tubos de lubricación interna no tienen una gota de rock (por ejemplo, el rock deforme de aquél Cabrera que cantaba desprolijísimo las mejores de sus letras en el discazo El tiempo en la cara, que salía un año antes de que naciéramos yo y amiga que me invitó, que nació el mismo día. Discazo y no discún, por favor. Dejen de usar modismos radiales inventados por gente joven que se acomodó en sus dos o tres ideas e inventen algo de una puta vez. Pero ojo que no soy un fan viejo indignado: lo disfruté mucho el año pasado en La Trastienda). Y qué bien que lo siguen, pero eso, eso, eso es justo lo que está mal.

También lo siguió el público. La bajada eterna por las escaleras eternas me dio para observar y escuchar: “Qué bueno que estuvo. ¿Vamos a La Pasiva?”. A la salida la gente se quedaba conversando como si tuviera vino pero sin vino. Raro, pero supongo que son las cosas que se hacen en un hall cuando no hay canapés. Muchos pendejos que seguro van a entender a Cabrera en años o nunca, una abuela en silla de ruedas rodeada por su familia que le exigía alegría, un par de parlamentarios. Más que emoción vi gente con muchas ganas de emocionarse como si hubiera salido de ver Whisky y se sintiera que tiene que sentir que vio una gran película; ganas frías y capaz inconcientes pero calculadas, aunque no por eso menos válidas. Hay gente que sólo disfruta de lo calculado. Yo más o menos. La sensación es la de haber visto a un artista enorme en un lugar enorme, y de que eso no siempre alcanza.

Yagami


*El experimento: tomarle el pelo a la centroizquierda adinerada, porque tienen plata y es más gracioso. ¿No?

10 comentarios:

  1. CHETO ALCAHUETE DEL MAINSTREAM AMIGO DE LOS BOTONE!!!!111!11

    (como nadie puteaba tuve que hacerlo yo. no tiene gracia esto si nadie putea)

    ResponderEliminar
  2. La primera crónica buena que leo, que blog de mierda este.

    ResponderEliminar
  3. tu lugar no es aqui Heisenberg, tu lugar es frente a la mac comiendote unos muffins esperando a que llegue la lento. alcahuete

    ResponderEliminar
  4. buenísimo muchachos, aunque todavía no la leí puedo asegurar que se trata de una gran crónica!

    ResponderEliminar
  5. lo de Cabrera no fue así...... antes de hablar sobre las canciones mejor informarse. (ya que estabas ahí por lo menos saber la lista de temas, Medianoche). te faltan unos kilometros pibe o pibeta...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Justo, pedir precisión en este blog. Creo que te confundiste con Pitchfork. Aparte tengo la lista de temas que está en el programa de mano, porque hay programa de mano. Pebete.

      Eliminar
    2. la lista de temas del programa no es correcta ....se nota que de Cabrera conoces poco y nada.... faltaron un par de lista y Cabrera se mando otras que tampoco figuraban...hasta con eso en mano no sabes escribir.... lamentable... vos guarda el programita que en un par de dias pasan el Show en TNU y lo miras con pocholclito.. y luego lo comentamos, ta? besote (en las nalgas)

      Eliminar
    3. A ver, especie de alérgico a la comprensión lectora: ¿cuál es tu crítica concreta? ¿Qué cosa "no fue así"?

      Eliminar
  6. Heisenberg, parate de mano chupapija, tu lame culo de yagami, escribi acá para hacerse el coso, te haces el blogger, anda a jugar al mario a lo de yagami y después chupale la pija

    ResponderEliminar
  7. y si vos no lees heisenberg. escribis en un blog de mierda. que decis que lees?

    ResponderEliminar